Tal vez te preguntas cómo es un fin de semana en Damasco y la verdad es que se parece más a un país occidental que cualquiera de los países árabes o asiáticos que conozco. Es más, esta es una cultura mediterránea en muchos sentidos. Por ejemplo a los sirios les gusta pasar tiempo con sus amigos y su familia, y siempre encuentran tiempo para los dos.
Las noches suelen empezar de forma tranquila, primero cena, luego se fuman un narguile, y después lo normal: copas en bares y discotecas. A mi me gustan las terrazas que están en los tejados, rooftops como dicen aquí usando el vocablo norteamericano, porque las vistas de la ciudad son maravillosas de noche, y me gusta uír del aire acondicionado y disfrutar de la brisa nocturna, cuando la hay.
Los cafés en los que tienen narguiles no suelen servir alcohol, y las verdad es que una cosa no va con la otra. El narguile es la pipa clásica árabe en la que se fuma tabaco, nada de drogas, y es bastante relajante, yo creo que porque te deja el cerebro atontado, y es que una pipa es como fumarse media cajetilla de tabaco, sin parar, durante un par de horitas. Vamos, una joya para la salud. Aquí lo fuma todo el mundo, ricos y pobres, hombres y mujeres, adultos y adolescentes (¡incluso niños!¬¬). Sin embargo en los bares y discotecas si no sirviesen alcohol no habría nadie.
Salir en Siria no es barato, de hecho la vida en general no es barata, la inflación está por los cielos, y lo normal es pagar entrada con derecho a una consumición alcohólica o dos refrescos, por unos 12 euros. El fin de semana pasado salimos con un grupo de amigos y teníamos una mesa reservada, que sale a unos 35 euros por persona con derecho a tres copas. Sobra decir que estos precios sólo se los pueden permitir los extranjeros y la gente bien. Eso sí, en las copas echan un chorro diminuto de alcohol, no sé si para ahorrar, para que consumas más, o con un objetivo algo más noble: que la gente no se emborrache.
Muy al estilo mediterráneo, no esperes encontrarte los bares muy llenos antes de medianoche. Aqui es como en España, parece que siempre es pronto para salir, y aún más pronto para volver a casa a dormir. No tengo del todo claro a qué hora cierran los sitios porque nunca me he quedado hasta el cierre, y es que ya no estoy acostumbrada a estos horarios. ¿Me estaré haciendo mayor?
Las mujeres, como he comentado aquí en otras ocasiones, se arreglan mucho para salir y sin duda se toman su tiempo para ello: el pelo perfecto, el maquillaje también. Pero los hombres no son menos y van bien vestidos, como manda la etiqueta de las discotecas y la obligación social. Si eres alguien se tiene que notar. La moda es muy occidental, ellas con vestidos, taconazos casi todas, bailarinas algunas; ellos con vaqueros, camisa y zapatos, nada de deportivas o sandalias. Ellas son guapas y muy seductoras, sobre todo cuando bailan.
Es de lo más normal ver a grupos de expatriados* mayores sentados, copa en mano, mirando fijamente a los sirios bailando, y a éstos parece gustarles, digo yo que también por eso ponen tanto empeño en estar guapos.
(* En mi familia se parten de risa con este término, pero no encuentro uno mejor porque extranjero no connota exactamente lo mismo. El expatriado es el que vive aqui, normalmente por razones de trabajo, mientras que un extranjero puede ser simplemente un turista.)
A los sirios les encanta bailar y lo hacen como profesionales. Deben llevar el ritmo en la sangre, como los latinos, y no tienen vergüenza alguna, se mueven por la pista tranquilamente y desplazan al de al lado si éste se deja. Mueven las caderas como Shakira, de origen libanés, pero el movimiento de manos, brazos y cabeza hace parte innegable de su baile.
La música es un popurri, de todo, ritmos árabes pero también disco y por supuesto salsa. ¡Cuánto les gusta la salsa! Y por alguna extraña razón siempre creen que a mi también, pero nada más lejos de la realidad. Además, viéndoles a ellos no me atrevo ni a intentarlo.
Damasco es una ciudad extremadamente segura y puedes caminar por la calle a cualquier hora del día o de la noche, incluso cuando estás sola. Los taxis siempre intentarán timarte si eres extranjero pero si insistes un poco usarán el taxímetro, y después basta con que les des una pequeña propina. De todas formas un taxi te lleva al lado opuesto de la ciudad por tres euros.
Así que si un día decides venir a Siria, asegúrate de guardar algo de energía para las noches, ¡te hará falta! Pero no te preocupes, las mañanas de los fines de semana las pasan durmiendo, y a esto reconozco que ¡no me ha costado acostumbrarme!
1 comentario:
Me encantaría ir a visitarte, fumar narguile y pelearme con los taxistas. Pero sobre todo, lo que me encantará es tirarme horas hablando contigo, como en cualquier otro sitio <3
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