viernes, 11 de diciembre de 2009

ERE en el Portal



No soy yo muy Navideña así que no esperéis encontrar aquí un post escrito por mi sobre el tema. Sin embargo, en uno de los blogs que sigo con asiduidad he leído un texto tan bueno y tan irónico que siento el deber moral de compartirlo con vosotros. Si os gusta os recomiendo que paséis por el blog de Dosabrazos a diario este mes, ya que su autor ha montado un calendario de adviento digital, que consiste en cada día de diciembre abrir una ventanita y encontrar un post nuevo, hasta Nochebuena. Su esfuerzo y empeño merecen un aplauso.

¡Disfrutadlo!

Día 10: ERE en el portal:
Estos días estoy dando en la universidad el tema de las reducciones de plantilla, imposible hablar de un tema de más actualidad con los tiempos que corren. Además ayer un buen cliente que trabaja en una multinacional en proceso de fusión me comentaba lo interesante, desde el punto de vista del aprendizaje, que era ver como los consultores de una prestigiosa consultora estratégica, decidían cuántos despidos debían hacerse y de qué manera, para poder hacer la empresa rentable tras la fusión.

Mañana quiero empezar a poner el belén (o los belenes) en mi casa, y, como estoy en crisis, antes de hacerlo he decidido llamar a uno de estos consultores para que me asesore sobre como rentabilizar al maximo el tradicional nacimiento. El resultado ha sido sorprendente, y por eso os lo quiero comentar. Las decisiones que voy a tomar son las siguientes:



Pastores. Para nadie es un secreto que en todos los belenes hay más pastores que ovejas, parece absurdo, pero siempre ha sido así. Por supuesto me veo obligado a deshacerme de todos, menos uno. Instalaremos pastores eléctricos (cercas electrificadas) con el fin de controlar a las ovejas, y, una vez instalado, se plantea la posibilidad de sustituir, en breve, al pastor por un perro con experiencia.

Personajes gremiales. Es sorprendente la cantidad de artesanos que puede haber en un belén: el herrero, el panadero, el de la leña, el carpintero (haciendo una desleal competencia a San José que se ha cogido baja paternal), el tendero,... y sin embargo es, también, sorprendente ver los pocos clientes que hay. La decisión que hemos tomado es despedir a todos los artesanos, es duro, pero no ha quedado otro remedio. En su lugar hemos contratado a un chino, que en un pequeño comercio fabricará y venderá todos los objetos que vendían los artesanos. (Si el chino decide subcontratar 15 menores para sacar el trabajo es un tema en el que no nos debemos meter).

Posadero. El chino se hará cargo también de la posada. Además, últimamente habían llegado quejas de atención al cliente por parte de José y María. La posada podría funcionar con el sistema de cama caliente.

Lavanderas. Que manía tienen en los belenes con lavar la ropa, con lo fría que debe estar el agua, con tanta nieve. Se suprimen los trabajos de lavanderas, que además eran ocupados siempre por mujeres. Cada uno se lavará su ropa en los ratos libres, potenciando así la equiparación de sexos en cuestión de tareas domésticas.

Ángel anunciador. Suprimidos casi todos los pastores, no tiene sentido la figura de un ángel anunciador. Se sustituye por un anuncio luminoso, en donde además podremos anunciar las ofertas del chino.

Castillo de Herodes. A Herodes le mantengo en su puesto, no es que haga mucho, pero manda, y no es cuestión de ponerse a despedir directivos. Soldados, me quedo con dos por razones de seguridad, (que bastante calentita está la zona) pero los externalizo. Los contrataré por medio de Prosegur Castillos, para que me presten servicio como guardas de seguridad. Ahorro en costes fijos y gano en flexibilidad.

Paseantes varios. Es sorprendente ver la cantidad de personajes que abundan en un belén sin hacer nada, absolutamente nada. Todos despedidos. Esto lo teníamos que haber hecho hace tiempo.

Paseantes con obsequios. He observado que otro grupo de paseantes, algo menos ociosos, pero no mucho más productivos, se dirige hacia el portal con la más variada cantidad de objetos. Uno con una gallina, otro con una oveja, otro con una cesta, otro con un atillo (¿qué llevará el misterioso personaje del atillo?),...

Puesto que todos tienen el mismo destino, organizaremos un servicio de logística, para rentabilizar el proceso. Despediremos a todos los paseantes, uno de ellos se quedará con nosotros por medio de ett, y con ayuda de un animal de carga recogerá las viandas cada tres días y las acercará al portal.

Reyes Magos. Por supuesto con un solo rey es más que suficiente, para llevar el oro, el incienso y la mirra. Eliminamos dos reyes, dos camellos y los pajes. Posiblemente nos quedemos con el rey negro para no ser acusados de racistas, además es posible que quiera trabajar sin que le demos de alta. Tengo que estudiar, también, la posibilidad de dejar tan solo el incienso y vender el oro y la mirra a otra compañía, ya que debemos de reducir al máximo la inversión en regalos de empresa.

Mula y Buey. La única función de estos animales es dar calor. Esta función será desempeñada por una hoguera, que gasta menos combustible. Realizaremos un assessment center con los dos animales, y el que lo superé trabajará como animal de carga en el servicio de logística antes citado.

San José y la Virgen María. Está más que demostrado que el trabajo que hacen ambos en el portal puede ser desempeñado por una sola persona, y evitamos dos bajas de maternidad/paternidad. Por razones de paridad nos quedamos con la Virgen María y, lamentablemente, tenemos que despedir a San José (con lo que había tragado el hombre en esta empresa).

El niño Jesús. A pesar de su juventud tiene mucho potencia, y además parece ser que su padre es un pez gordo. Le mantenemos como becario con un sueldo de mierda, hasta que demuestre su valía.

El Belén queda pues de la siguiente forma: Un pastor, con ovejas en un cercado, un chino con un comercio/posada de 24 horas, Herodes y dos guardas subcontratados, un paseante,por ett, con la mula (o el buey) haciendo repartos, el rey negro (ilegal), la virgen y el niño.


Va a ser mas soso que otros años, pero me he ahorrado una pasta…
 
   

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jueves, 10 de diciembre de 2009

Mi abuelo honorifico

Tenía un buen post en mente el otro día, sobre lo irónica que es la vida y esas cosas. Pensaba compartir con vosotros que el abuelo de Mr. A me ha contado mil historias de la II Guerra Mundial, en la que él luchó. Estuvo en el D Day, el desembarco de Normandía, del que se han cumplido 65 años hace unos meses. Y la ironía era que de mis abuelos, todos europeos, ninguno luchó en la II Guerra Mundial, y él, americano, sí lo hizo.

Mi abuelo paterno salia de la guerra civil y por supuesto no estaban las cosas como para irse a luchar en otra, no obstante siempre nos contaba historias de la Guerra que sí vivió en primera persona. Mi abuelo materno vivía en Orán, entonces colonia francesa, y eran pocos los que teniendo familia y dinero se decidían a ir al viejo continente a defender intereses que les quedaban algo lejos. Sin embargo él también vivió otra guerra, la de Independencia de Argelia, de la cual nunca se hablaba en casa, como si nunca hubiese tenido lugar.

Por último estaba mi abuelo honorifico, como nos gustaba llamarle. Él era demasiado joven para luchar cuando llegaron las guerras, la civil y la II Mundial, aunque en la postguerra sé que viajaba a Portugal a veces y traía café y clavos de contrabando para la familia.

Como decía, lo irónico de todo esto es que el abuelo de Mr. A sí luchó en la II Guerra Mundial y aunque al parecer antes no le gustaba hablar de ella, conmigo ha compartido muchos recuerdos, incluso fotos y cartas, pero eso queda para otro post porque este ya no va sobre abuelos y guerras, sino sobre mi abuelo honorífico






He tardado más de una semana en reunir el valor suficiente para escribir al respecto, pero no sé si estoy preparada. Sé que la gente se hace mayor y llega un punto en el que nos dejan. Sé que él tuvo una vida no muy fácil, pero supo sacar provecho de ella, tuvo una familia casi perfecta, 2 hijos 2 hijas 6 carreras, tres nietos, un perro llamado Doc. Tal vez su casa no fuese una mansion, pero era una de esas en las que uno se siente como en casa, a gusto, querido.

Pasábamos todos los fines de semana juntos como ya contaba aquí hace unos meses, paseábamos, recogíamos piñas, jugábamos, nos leía libros y nos daba chocolate a escondidas. Pero el otro día de pronto empezo a sentirse mal y unas horas después, con una hija a un lado y un hijo al otro, se fue. La tristeza me llena de arriba a abajo, hasta tal punto que a ratos la siento escaparse por mis ojos, por las orejas, por los poros de mi piel. Tenía pensado ir a visitarle antes de mi viaje pero decidí dejarlo para la vuelta. Demasiado tarde, no he llegado a tiempo para volver a verle. Por un lado sé que debo sentirme en paz porque no ha sufrido, ha sido rápido, y pasaba ya los 80. Por otro, ¿acaso no podía haberse quedado aquí para siempre?

Como despedida comparto algunos recuerdos.

Él era nuestro abuelo honorífico, nosotras le adoptamos como tal, y él no hizo más que aceptar con gran alegría la responsabilidad que aquello suponía: darnos amor y cariño, convertirnos en mejores personas, entretenernos los fines de semana y, de vez en cuando, levantar algún que otro castigo impuesto por papá.

Nuestro Papie, el de Francia, murió cuando éramos muy pequeñas, y uno de sus mejores legados fue sin duda la casa de Cercedilla. Allí, precisamente, tomó el relevo él. Nos llevaba a pasear por los prados, a dar de comer a los caballos, y decirle piropos a aquel burrito que vivía solo en una parcela abandonada.

Con él aprendimos la bondad y la generosidad. Nos enseñó a ser buenas y a querer a todos sin discriminacón, ya fuese a los bonitos caballos, o a los burros solitarios.

Con él también aprendimos a amar y respetar la naturaleza, y cuando el tiempo lo permitía nos llevaba a limpiar el río.

Parecéis sorprendidos... vosotros a caso no limpiabais el río de niños? Claro, es que vosotros no tenías un abuelo tan chuli como el nuestro. Con él todo era divertido, desde las limpiezas de río a los martirios chinos. Parecéis sorprendidos de nuevo... de verdad no sabéis qué es un martirio chino? Si él estuviese aquí os lo enseñábamos en un segundo… los martirios chinos eran sesiones de cosquillas que no acababan hasta que llorases de la risa. Él era un maestro.

Pero lo que de verdad le hacía especial, único, es que se hacía querer por todos. Niños y adultos. Y eso sólo lo consigue quien tiene el alma pura, como Fernando.

En definitiva, y en palabras de mis hermanas, él nos enseñó a ser ecologistas, ¡con lo de moda que está hoy!; a tener ilusión, aunque fuese la ilusión de encontrar una moneda debajo de una piedra, que él había colocado antes; a compratir -¡las onzas de chocolate que le robábamos con su permiso a Maru de la despensa!; a cuidarde nuestra relación de pareja día a día, como siempre han hecho Maru y él: con paciencia, compresión y diálogo.

Pero sobre todo nos enseñó a ser buenas y generosas, a ayudar por el mero hecho de sentir la alegría del otro, a querer a los demás y a perdonar.

Él es, cada dia, mi ejemplo a seguir.


** Aprovecho para mandar un beso fuerte a todos aquellos que habéis perdido a alguien querido este año, que afortunadamente ya acaba **


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domingo, 29 de noviembre de 2009

Going to California

** Sugiero escuchar Going to California de Led Zeppelin durante la lectura de este post. Para tu comodidad, el vídeo está colgado un poco más abajo, sólo tienes que darle al play**

La primera vez que estuve en Estados Unidos tenía 15 años y Bill Clinton estaba a punto de ser reelegido presidente. Irónicamente volé de Madrid a Filadelfia y de Filadelfia a San Francisco, donde la familia con la que me iba a hospedar olvidó recogerme. Yo a penas hablaba inglés, por no decir que sabía leerlo y escribirlo, pero realmente hablarlo era otra historia. Mis padres me mandaron a pasar un verano para ver si así conseguía meterme el idioma en la cabeza. Mi profesora en el colegio les había explicado que yo nunca hablaría inglés. Su nombre era Madame Lopez Gay. Sí, aún recuerdo su nombre.


Hoy cuento con casi el doble de años, no sólo hablo inglés, sino que hasta sueño en este idioma, y he pasado largas temporadas en el país. Durante la gran mayoría del tiempo que he pasado aquí George W Bush era Presidente, aunque ahora lo es Obama, quien hace poco ha recibido el premio Nobel de la Paz. Si no me equivoco las nominaciones para el premio se cerraron en febrero, sólo unas semanas después de jurar su cargo. Será que algunos consideran que ser el primer Presidente negro de EEUU significa que ha acabado con el racismo mundial? Si no es así, no me lo explico.

Esta vez he vuelto a volar Madrid-Filadelfia­-San Francisco. Pero la parada en Filadelfia, Philly, ha sido considerablemente más larga. Ahora tengo una familia bastante más real que la de intercambio, y no olvidan recogerme. He pasado con ellos mi primer día de Acción de Gracias 100% americano, y una vez más me han hecho sentir parte de la family.

El vuelo a San Francisco me ha parecido breve, tal vez por el excitante libro que estoy leyendo, tal vez porque ahora estoy acosumbrada a vuelos de más de 12 horas y este ha sido sólo de 6. Tampoco aquí han olvidado recogerme.

Es otoño y como aquí aún no ha hecho mucho frío los árboles están preciosos. Una hojas son rojas, otras amarillas, las hay naranja, incluso marrones. Los vecinos tienen un naranjo enorme y lleno de fruta. Hay un par de diminutos colibrís revoloteando por el jardín mientras Mango y Ginger, los gatos, ni se inmutan, tumbados al sol, aprovechando uno de los últimos rayos del día.

Mientras escribo sentada en una cocina que nunca antes había pisado, me parece que estoy en casa y, mejor aún, me siento en paz. Es un sentimiento interesante, por primera vez en muchos meses estoy totalmente relajada, nada me preocupa especialmente, y me siento a gusto conmigo misma como no me había pasado en una larga temporada.





 
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miércoles, 7 de octubre de 2009

Después de la tormenta siempre llega la calma


Después de la tormenta siempre llega la calma.

Lo hemos oído en incontables ocasiones, y siempre parece ser cierto.

Muchos me han pedido que escriba algo sobre el tifón que arrasó medio Manila y trajo inundaciones al 80% de la ciudad hace unos días. Más de uno pide una crónica en primera persona, sobre lo que he visto y cómo lo he vivido.

Pero creo que no tengo palabras para explicar lo que se siente. O lo que siento yo, una persona terriblemente empática. Así, a lo tonto, ahora mismo mientras tecleo, se me llenan los ojos de lágrimas. Algo similar me pasó en Nueva Orleans visitando las zonas destrozadas por Katrina unos 4 meses antes. Aquí sólo han pasado 12 días. Doce días. Hay zonas donde el agua sigue cubriendo casas, ayer mismo lo vi. 



Así que no pienso escribir un texto devastador, que os saque las lagrimillas, porque esto es serio y vivirlo en primera persona es jodido. No voy a contar dramas ni historias estremecedoras porque me niego a ser parte de ese morbo. Sí dejo aquí fotos del desastre, muchas las habréis visto ya.

Los ánimos de la gente están cambiando. Pánico, desolación, agonía, impotencia, tristeza, sufrimiento. Pero con la calma que viene después de la tormenta se empieza a calentar el ambiente y más de uno busca ahora culpables. Yo anticipo otra tormenta, esta vez política. Pero sus efectos no van a ser comparables con los de Ketsana -aquí Ondoy-.






Esa clase media filipina casi inexistente no olvida, muchos de ellos han perdido casas, negocios, coches, incluso familiares. Los demás son demasiado ricos o demasiado pobres para buscar culpas. Pero esa clase media se ha encontrado literalmente con el agua al cuello, algo que no habían sufrido antes. Las inundaciones suelen afectar a los más pobres, y los demás ven agua pero no mueren ahogados, no sé si me explico.



Por eso esta vez más que nunca, ahora que todo empieza a volver a la normalidad, no quieren que se olvide lo que ha pasado. Ya no sólo por tener a quien culpar, sino por algo mucho más noble: evitar que se repita. Está claro que un tifón es incontrolable y muchos pensarán que el nadie es culpable... No tan rápido, por favor. 



Un buen ejemplo es que la agencia meteorológica de Filipinas daba al tifón una fuerza de 1 (en una escala de 1 a 4, siendo 4 lo más devastador). Sí, habéis leído bien, 1. Para que  nos entendamos, Filipinas sufre una veintena de tifones cada año durante los meses de lluvias, así que están muy acostumbrados y saben qué hacer y qué no hacer para prevenir sus efectos. Un tifón categoría 1 con vientos de 80km/h en Filipinas es como una tormenta en España, no se le da ninguna importancia y como mucho se recoge lo que hay fuera para que no se moje. Es decir, muy pocos estaban preparados para el tifón más fuerte que ha afectado a Manila en cinco décadas.





Si hubiesen sabido la que se les venía encima, muchos hubiesen podido hacer algo al respecto. Al menos hubiesen podido salvar sus vidas, y tal vez parte de sus casas y negocios. Pero es que en 8 horas cayó más agua que en todo el mes de septiembre, ¡uno de los más lluviosos del año! El agua literalmente llegaba al cuello de mis vecinos a 10 manzanas de mi casa.



Y esa es otra. Al parecer hay un rádar que detecta la cantidad de lluvia/agua que traen los tifones, pero el Gobierno de Filipinas no lo tiene porque es muy caro... ¿En serio? ¿En un país que sufre más de 20 tifones al año, cada año? Se estima que los daños producidos por Ketsana son de unos 2,000 millones de dólares. ¿Cuánto costará el rádar? ¿Más que la vida de 300 personas? (dato oficial, el no oficial supera los mil muertos...). la mayoría de los filipinos no saben nadar. Aprenden quienes viven cerca del mar, no es el caso en Manila, y los ricos.





Por otro lado hay zonas que durante los años de Marcos en el poder no se podían desarrollar para viviendas, por su facilidad para inundarse y su proximidad a los distintos ríos que recorren Manila. Una de esas zonas es Marikina, donde hoy viven al menos dos millones de personas (Lawrence se ríe y hace un chiste fácil, me dice que ahora serán bastantes menos. Así son los filipinos, al mal tiempo buena cara. Él tuvo que caminar 8 horas por la autovía inundada para llegar a su casa y encontrarse sin tejado, y la casa llena de agua y barro). Marcos sería un dictador terrible, pero al menos tenía cabeza. Tan pronto como le echaron del poder no perdieron tiempo en vender esas zonas inmensas a constructoras sin escrúpulos. Hoy, mientras escribo, ellos también siguen teniendo el agua al cuello, o al ombligo en los mejores casos.



Además de todo lo anterior, Manila es una ciudad sucia. Muy sucia. En Makati no se nota porque limpian todo el rato, pero sólo hay que salir de esta burbuja para ver basura en cada esquina. Los ríos... si se pueden llamar así, son verdes o marrones y absolutamente siempre están cubiertos de basura, y dios sabe qué más. Y todo esto hace que cuando llueve el sistema de alcantarillado no funcione como debe, y se atasque. 



¿Pero a quién culpamos, señores? ¿A los servicios de limpieza por no dar a basto en una ciudad de más de 12 millones? ¿A los pobres que viven en chabolas y no tienen ni para comer? ¿Al gobierno por no educarles mejor y no explicarles por qué esa basura puede matarles? 





 Ahí queda eso. Yo no quiero buscar culpables ni responsables, los encontraría demasiado rápido, y esta no es mi guerra. Aquí debo respetar, guardar las distancias y conformarme con ser una mera espectadora... 

Sí debo decir que el sentimiento de unidad y de solidaridad que inspiran los filipinos estos días es alucinante. Todo el mundo se ha volcado con las víctimas. 



Si el gobierno no lo hace, ellos no se van a quedar cruzados de brazos. Desde los de seguridad a los directores de las empresas han organizado jornadas para ir a ayudar a reconstruir casas, limpiar calles y carreteras, repartir alimentos, ropa, mantas, colchones etc ¡en horas de oficina! Empresas de todos los tamaños han dado días libres pagados a sus empleados afectados, que a nosotros nos parece lo normal, pero aquí no es nada común, si no curras no cobras, esa es la ley. 





Tengo una buena anécdota para terminar el post e intentar explicar la importancia de las palabras comunidad y familia en este país. 21.000 presos filipinos se pusieron de acuerdo y no desayunaron dos días después del tifón y consiguieron que las prisiones donasen su desayuno: 21,000 latas de sardinas!
 

Hoy estaría orgullosa de ser filipina.

   




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domingo, 27 de septiembre de 2009

Banaue: la 8ª maravilla del mundo


En el centro de Luzón, al norte, se esconden los arrozales de Banaue. La provincia se llama Ifugao y es una zona montañosa, a unos 1.500m de altitud, y con un clima muy lluvioso, más ahora que es la época de lluvias. Los corrimientos de tierra son frecuentes, y es normal quedar incomunicado por unas horas o incluso unos días. Son unos 370 kilómetros desde Manila, de los cuales 350 son por una carretera que en España llamaríamos comarcal, y de un carril por sentido. La segunda mitad del viaje es ya en la zona de montañas, con muchas curvas, desniveles, camiones a 20km/h.... El viaje dura unas 8 o 9 horas en coche (o autobús). No hay trenes ni vuelos.



Así que la semana pasada, después de nueve meses en el país y a tres semanas de largarnos, decidimos que este era un viaje obligado que no podíamos posponer más. El valiente era Mr. A como es habitual, ya que conducía él.


¿Cómo explico a quien no ha estado aquí cómo es un viaje por carretera en Filipinas? Es un desastre, un caos, un estrés. Es un poco como un videojuego: ese carril que hay por sentido es para los coches, los autobuses y camiones, jeepneys, bicis, ciclomotores, triciclos, niños, gallinas, cerdos... y lo que se tercie, vendedores de maiz, de piñas, de flores...





Además no hay arcén porque está ocupado por los anteriores cuando no por puestecillos que ellos llaman tiendas, los sari-sari en los que venden de todo y de nada, también mini restaurantes, peluquerías (como la de la foto).




Si consigues superar los primeros 200km te encuentras con paisajes asombrosos y muy diversos. En un principio son enormes explanadas llanas y amarillentas como las de Castilla, en las que se cultiva un poco de todo. Otras zonas son mucho más verdes y más llamativas.




Era época de cosecha en muchas aldeas y parecía como si todo el mundo participase en ello de alguna manera. Unos en el campo, otros secando cereales y semillas, los más fuertes cargando sacos en camiones.



 


Después llegan las montañas, como salidas de la nada. Se van haciendo cada vez más grandes, hasta que todo lo rodean. El paisaje es de un verde intenso. Abrimos las ventanillas y respiramos el aire fresco, limpio, puro. Llenamos nuestros pulomones y ya sólo por estos segundos de libertad el viaje ha merecido la pena.



Pero aún nos quedan muchos kilómetros que recorrer. La carretera es cada vez más difícil, serpentea sin fin, el asfalto está descuidado. Afortunadamente cada vez hay menos vehículos acompañándonos, hasta que terminan por desaparecer todos. A 20km de Banaue nos sorprende una tormenta que no esperábamos y nos ha costado más de una hora recorrerlos, conduciendo casi a ciegas porque la lluvia se ha convertido en una cortina que todo lo nubla, hay barro y tierra en el asfalto, ni un alma a la vista y mucho menos un lugar en el que esperar a que amaine. Hay que seguir adelante.

Según llegamos a Banaue la lluvia para. Son las cinco y media de la tarde y quedan unos minutos hasta que se ponga el sol, detrás de nubarrones grisáceos. Lo hemos conseguido, hemos llegado y aún nos esperan, grandiosas, las terrazas de arroz de Banaue. Mañana las descubriremos de verdad.



Nos levantamos muy pronto y desayunamos al lado de un ventanal que nos descubre un paisaje sobrecogedor. El sol aún amanece, como nosotros, y hay una niebla fina que se mezcla con las nubes bajas. Se me pone la piel de gallina. La imagen es única, y sé que sólo es el principio.





Contratamos un triciclo para ir a los arrozales de Banaue y a los de Batao y Hapao (hay dos más pero de difícil acceso y no tenemos tiempo para hacer senderismo) ya que no se puede llegar en coche. Son unos 20km de ida y otros tantos de vuelta y aunque en el hotel nos han dicho que se hace en 45 minutos, el conductor se ríe y explica que tardaremos por lo menos 3 horas en ir y volver, las lluvias de ayer han dejado problemas en el camino.



El recorrido es difícil, más para él que conduce, pero el paisaje no tiene desperdicio. Cuanto más nos adentramos en la montaña más nos sorprende ver que sigue habiendo gente, aldeas, casas sueltas aquí y allá, animales.



Las terrazas de arroz, o los arrozales en terraza, de Banaue están considerados en Filipinas como las 8ª maravilla del mundo. Y no les falta razón. La Unesco las declaró hace ya años patrimonio de la humanidad.



Se calcula que se construyeron entre el año 3.000aC y el 2.000aC, aunque algunos se atreven a asegurar que las primeras se construyeron allá por el 6.000aC. Sea como fuere, se construyeron a mano, con complicados sistemas de riego que recogían el agua de las lluvias de los frondosos bosques, y la repartían por los arrozales con un sofisticado uso de cañas de bambú.



Hoy siguen en uso tanto las terrazas como el método de riego! No sólo se cultiva arroz, también vegetales.




Pero es difícil entender la grandiosidad de este lugar sin poder verlo. Tal vez ayude saber que las terrazas tienen una superficie de más de 10,000km2, sin olvidar que están construidas en las laderas de las montañas.


















Para terminar, la gente de esta zona tiene rasgos especiales, distintos del resto de Luzón, más parecidos a la tribu Miao, originaria de China, y de donde se cree llegaron sus ancestros muchos siglos antes de Cristo.




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