lunes, 31 de enero de 2011

Informa desde Cairo Mr. A

Llevo unas semanas de vuelta en España y aunque mi perezosa vida aquí no me da mucho juego para el blog, resulta que Mr. A está en Egipto. Así que de nuevo ando por aquí compartiendo aventuras, aunque ahora sean ajenas.



Cuando hace una semana se celebró el día de la Policía en Egipto, Mr. A me decía ya que era una festividad estúpida, que una dictadura no puede celebrar algo semejante, que la Policía no es más que un órgano represor al que la gente teme más que respeta. Vaticinó entonces que las manifestaciones serían multitudinarias, como todos los años. Incluso ironizó y dijo que al final ese día es el día del año más complicado y de más trabajo para los “homenajeados”.

Así lo que empezó como una día de manifestaciones corriente se convirtió rápidamente, animados por las revueltas tunecinas, en el principio del fin. Porque aunque Mubarak aún no ha caído, su régimen caerá. Puede que él resista, pero lo que ya está claro es que su hijo no alcanzará el poder, no tendrá el respaldo del ejército ni del pueblo.

Los egipcios luchan, en su mayoría de forma pacífica, por algo justo. Luchan por su libertad, por echar a un dictador que lleva 30 años en el poder. Un corrupto como tantos otros. Un represor. Y es que como Egipto es el gran aliado del mundo occidental, pieza clave en el rompecabezas del mundo árabe y musulmán, en el Norte de África y en Oriente Próximo, a veces olvidamos que los egipcios aceptan con resignación las condiciones en las que viven y la pobreza acecha a la vuelta de cada esquina. 

Esto es lo que pide el Pueblo egipcio
Este cartel explica perfectamente la idea de involucrar a la Policía en las protestas
Ojo al detalle de llevar una rosa para mostrar que es una protesta pacífica

Desgraciadamente las manifestaciones han dado pie también al caos, a los saqueos, a que los pillos hagan de las suyas. La policía ha desaparecido de las calles durante días, tal vez en un intento de Mubarak de causar tal caos que el pueblo le rogaría poner orden y volver a la falsa estabilidad de hace tan sólo una semana.

Me contaba Mr. A el otro día que veía desde su terraza a gente en la calle con cuchillos y espadas tipo Samurai. Le parecía imposible, y a mi también, hasta que lo vi en la TV. Al parecer los cuchillos, los palos y estas espadas son las “armas” que más están usando en Cairo para defender la propiedad privada. 



El toque de queda no lo respeta casi nadie, Mr. A y sus compis sí. Están cinco en su piso, y se dedican a pasar el tiempo en la terraza o frente a la televisión. Sin internet, sin teléfono y sin poder salir de casa poco más pueden hacer. Yo le preguntaba preocupada si tenían comida, agua y papel higiénico (esto último es importante cuando hay 5 personas en un piso, ¿o no?) y él contestaba que estaban bajos en ¡¡reservas de alcohol!! Claro, si es que no hay mucho más que hacer...

 Ellos viven en Zamalek, la isla en la que están las embajadas, y uno de los barrios ricos de Cairo. Es una ventaja pero también un problema. En las calles de esta zona hubo disturbios los primeros días, hasta tal punto que las calles están llenas de botes de gas lacrimógeno vacíos, pero el ambiente de día es ahora tranquilo. De noche es la jungla. Los vecinos en grupo se turnan para proteger los portales, las casas, las tiendas. Desde las mezquitas en lugar de llamar a la oración dictan medidas de seguridad para que los vecinos se reconozcan unos a otros después del toque de queda. Hay que llevar un lazo atado al brazo de un color específico dependiendo del barrio en el que vives para que los vecinos te reconozcan como tal y no como a un saqueador. 

Vistas desde la terraza de Mr A a solo unas manzanas de la Plaza Tahrir
 
Por las noches han pasado miedo, se oyen tiros constantemente en la calle debajo de su piso. Joder, ¡tiros! Y lo que empezó como una aventura, aquello de estar siendo protagonista de la Historia, se ha convertido ahora en una pesadilla. El Gobierno americano que tanto presume de estar evacuando a sus ciudadanos no lo está haciendo, o al menos no nos consta.

Cuando llamas a la embajada americana en Cairo en el mejor de los casos te piden que te pongas en contacto directamente con Washington DC y allí toman tus datos y te dicen que ya te llamarán una vez hayan evaluado la situación (¿¡!?); en el peor de los casos en la embajada salta un contestador automático remitiéndote a su página web, lo cual es indignante teniendo en cuenta que Internet lleva casi una semana bloqueado.

Así que nuestra oficina, ni corta ni perezosa, ha decidido evacuar al equipo. En cuanto han levantado el toque de queda han salido de casa rumbo al aeropuerto. Han pasado dos horas en las puertas de la terminal junto a miles de personas que también intentan “escapar”. Muchos no tienen ni billete, pero quieren salir a cualquier precio, y el caos es magnificente.

Mr. A y sus compis tienen su tarjeta de embarque, han logrado facturar sus maletas y han pasado el control de pasaportes, pero nada de esto garantiza que el vuelo vaya a despegar, de momento sólo queda esperar. 

Y cuando estoy a punto de publicar este post suena mi móvil, es Mr. A, acaban de cancelar su vuelo, intentan ahora volar en el de las 20h pero no hay asientos, solo queda rezar porque alguno de los pasajeros no aparezca, sino tendrán que pasar la noche en el aeropuerto, junto a otros miles.

¡Ánimo Egipto!

*Son las 23:53 y la última vez que hablé con Mr. A eran las 18:30. Quiero creer que consiguió embarcar en el tercer vuelo en el que le dieron asiento y que el avión despegó. 

*Estas fotos son de hace un mes. Si Mr. A llega mañana a España colgaré fotos de las que él ha tomado estos días.

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