domingo, 14 de diciembre de 2008

Carreras de Camellos en Emiratos


Son las 7 de la mañana de un sábado cualquiera cuando me despierta un sms. He dormido 4 horas y lo último que me apetece es acompañar a mi jefa a una reunión informal que presiento no llegará a ocurrir. Reconozco que el lugar para el encuentro me atrae, pero tengo sueño. Vamos a una carrera de camellos!


Me recoge tarde y estoy de mal humor, no me apetece hablar así que me hago la dormida, como cuando era una niña. Tengo mal despertar y más cuando a las 7 un finde me despierta un sms con una reunión de última hora en la que no pinto nada, lo admito.
























Conducimos unos 45 minutos hasta llegar a la desviación 47 Al Wathba Racetrack. Y de repente, empezamos a ver camellos por todos lados, en grupitos de 3 o 4 con un hombre que los guía, unos a pie otros a camello, pero todos de piel oscura. Beduinos con turbante en la cabeza. Los camellos tienen la chepa cubierta por mantas, para que no pasen frío, sólo hace 19C grados. Su caminar es armonioso, mueven ligeramente el cuello, todo a un ritmo lento pero agradable. Parecen galgos. Sus patas son largas, las de detrás más que las de delante, lo que hace de su andar algo casi gracioso. También hay grupos grandes, como rebaños, 15 o tal vez más. Todos cubiertos con la misma manta, preciosa y limpia; están mejor cuidados sin duda que sus cuidadores. Deben de pertenecer a un jeque, por lo que me explican.

























El paisaje es cada vez más singular, estamos en medio del desierto, pero hay decenas de granjas en las que viven camellos, y beduinos. Hay incluso un mini zoco. Cuando por fin llegamos al... Estadio? Pista? Camellódromo?... Las gradas están vacias y un hombre con acento francés, el único blanco y no árabe aquí, nos explica que nadie las usa porque desde ellas no se va nada. Hay una torre a la que podemos subir, o podemos seguir la carrera desde el coche. No, perdón, no desde el coche sino con el coche. Podemos seguir a los camellos durante la carrera, eso es lo que se hace normalmente. Debe de ver nuestra cara de incredulidad y desconcierto porque con el dedo señala algo en el horizonte, donde conseguimos adivinar una nube de polvo. Según se va acercando adivinamos que es polvo y coches. Mi jefa jura que no hay camellos pese a que yo insisto en que no los vemos porque son de un color parecido al de la arena del desierto, lo que provoca un efecto camaleónico, como si estuviesen camuflados.
























Mientras tenemos esta discusión en la que ella está convencida de que me equivoco y yo de lo contrario, la nube se ha convertido en una veintena de coches, y al poco vemos a una veintena de camellos corriendo al lado de los coches. Me ha hecho madrugar, pero ahora me anoto un puntazo, in your face.
























Nos acercamos con el coche a donde están todos los camellos y sus cuidadores, yo me bajo del coche para hacer fotos y ver de cerca lo que está pasando, pero ella se niega, somos las únicas mujeres aquí y dice que le asusta el ambiente... Whatever tía. Para la siguiente carrera consigo convencerla de que nos unamos a la diversión y sigamos la carrera con el coche. Y lo hacemos. Una veintena, o más, de coches conduce con los ojos en los camellos y no en la carretera. Se nota que lo hacen a menudo porque han desarrollado una habilidad exepcional para conducir de este modo sin chocarse. Nuestro conductor sin embargo sufre un poco ya que no quiere perderse el espectáculo, pero también necesita conducir con cuidado.
























Ahora que los camellos corren me doy cuenta de lo ridículo que es este deporte. Juro que los cinco últimos camellos no tienen fuerza para correr, más bien se arrastran como pueden hacia la meta, que queda lejos porque son unos 7 kilómetros de recorrido. Van a unos 35km/h. Ahora ya no parecen seguir ningún ritmo armonioso. Se han convertiro en animales ridículos, como una parodia de sí mismo. Sus piernas no son proporcionales, por lo que terminan pareciendo bobos, con la baba literalmente colgando.

























Pero lo que realmente me parece cómico, casi de forma sarcástica, es el robot que llevan en la chepa. Sí, sí, un robot. Hace un tiempo se prohibió el uso de jockeys porque los jeques utilizaban niños, que pesan menos que los adultos, y al parecer los tenían esclavizados, literalmente. Incluso el Jeque Mohammed de Dubai fue acusado de emplear a niños, que además eran mal tratados y estaban mal nutridos. Total que para que no haya más denuncias internacionales se ha decidido que ya no hay jockeys y usan una maqunita, pequeña, que para más burla tiene un látigo pequeño controlado con un mando a distancia, para fustigar al camello cuando no corre lo suficientemente rápido.....























Sobra decir que la reunión no llegó a ocurrir porque mi jefa se había equivocado, no nos habían citado en las carreras de camellos sino en las de caballos. Y ya ves, aquí estábamos nosotras esperando en el camellódromo, ¡la equivocación más normal del mundo oye!










2 comentarios:

Nayra dijo...

Ya sabes que no me molan los espectáculos con animales, tengo opiniones enfrentadas, pero me alegro de que participaras en algo distinto y que tu día acabara bien... No me digas que tienes mal despertar... JAJA. besos, linda

Anónimo dijo...

Dromedario