lunes, 27 de septiembre de 2010

Deir Mar Mussa, puerta del desierto

El monasterio de Deir Mar Mussa está a unos 80 kilómetros de Damasco, un tercio de ellos a través del desierto. El panorama es espectacular. El desierto nunca decepciona, porque es constante en una sola cosa: su transformación. Jamás es el mismo de un día para otro.

 
 
 

Cuando te acercas al lugar en el que, literalmente, se esconde el monasterio, sólo ves una montaña de color anaranjado. Después de bordearla te das cuenta de que en la cara opuesta de la montaña, en lo alto, se encuentran un par de diminutos edificios. Son el monasterio, que no se puede visitar porque en él aún viven monjes, y la capilla. 

 

Para llegar a ellos primero hay que subir unos 344 peldaños tallados en la misma falda de la montaña. En un día caluroso como cuando yo lo visité, unos 45C, la subida se hace de lo más difícil, pero opté por pensar que en pleno invierno y con nieve el recorrido debe de ser todavía más cruel. 

 

Toda la zona estaba habitada ya en la prehistoria por cazadores y pastores. Ermitaños cristianos usaban las grotas de los alrededores para su meditación y fue así, de manera informal, como se creó el primer centro monástico. 


De hecho, cuenta la leyenda que San Moisés, el fundador de este lugar, era el hijo de un rey etíope que no quiso ser heredero de la corona ni de los privilegios, honores y obligaciones que ello conllevaba. En su lugar optó por dedicar su vida a Dios. Viajó a Egipto, de ahí a Tierra Santa, y finalmente acabó en Siria, siendo un ermitaño en el valle en el que hoy está Deir Mar Mussa (literalmente se traduce como el monsasterio de San Moisés).


En 1058 se construyó la diminuta iglesa, de 10x10 metros, que alberga alucinantes frescos de los siglos XI y XII. Más tarde llegaría el monasterio. 


Aunque en el siglo XIX el complejo fue abandonado, afortunadamente se decidió por un lado restaurarlo, y por otro volver a utilizarlo. A día de hoy no es realmente un lugar turístico sino un lugar para el culto religioso. 


En la iglesia sigue habiendo misas diarias. No obstante, el lugar puede ser visitado por seguidores de otras religiones, y de hecho el “centro” promueve y fomenta las relaciones entre cristianos y musulmanes. 


Es cierto que llegar hasta lo alto de la montaña es toda una odisea, pero las vistas desde la terracita junto a la iglesia y los frescos que hay en ésta son suficiente recompensa para quien osa hacer el esfuerzo de trepar hasta lo alto.



 Si te animas, ¡suerte!



* Todas las fotos han sido tomadas por laelfa
Sigue leyendo...

jueves, 23 de septiembre de 2010

No hay mal que por bien no venga

Sigue haciendo mucho calor, rozamos los 40 grados a diario y estamos a finales de septiembre. Para hacerlo aún mas difícil he vuelto de vacaciones con un catarrazo que se ha complicado, así que nada de aire acondicionado. Y la guinda es la tormenta de arena con la que me he encontrado esta mañana, ya no puedo ni abrir las ventanas.

Las vacaciones han sido cortas pero intensas, moviditas, y de lo más emocionantes. Una vez más he pasado por varios aeropuertos con experiencias negativas para variar. La azafata más desagradable con la que me he cruzado en mi vida (y me he cruzado con muchas) me amenazó en la puerta del avión con no dejarme volar si no facturaba mi bolsa de mano inmediatamente, es decir, no me daba ni la opción de sacar cosas de ella, véase joyas, el ipod o un libro. Decidí volar pero juro no volver a hacerlo con British Airways.

Segunda escala del día, Londres, pito en el detector de metales. La agente de seguridad usa el detector de metales manual y ya no pito, no importa, aún así me cachea, y digo cachea por no decir manosea porque fue tal su rigor al palpar mi cuerpo que le dije que aquello parecía un masaje. No encuentra nada, claro, porque no hay nada que encontrar. Aún así decide que merezco un escáner corporal, no me extraña, tengo una pinta de criminal innegable. Le pregunto si la Unión Europea ya los ha hecho oficiales, y recibo la segunda amenaza del día: no son obligatorios así que puedo elegir entre el escáner o no volar. Empiezo a preguntarme si todo esto no será una señal divina para que no suba al avión, pero finalmente decido, evidentemente, volar.

El escáner me lo hace un tío con una pinta de salido adolescente que me asusta, pregunto si no puede ser una mujer, pero me ignoran por completo. Una vez terminado el escáner, donde por cierto no encuentran nada, pregunto si puedo ver cómo se ve el cuerpo en el escáner, me ignoran de nuevo.

En el vuelo, el tercero del viaje, las turbulencias son tales que por primera vez en vida en pleno vuelo siento miedo real a que el avión se caiga. Normalmente esto sólo lo pienso en el despegue y aterrizaje. En serio, ¿debí haber elegido no volar? Me tomo una pastilla para dormir que afortunadamente me deja KO unas horas.

La cola en inmigración es más larga de lo habitual en Filadelfia y las maletas tardan una vida entera en salir, y yo sigo preguntándome si mi ex-bolsa de mano llegará. Llega, tarde, pero llega.

Fuera me espera Mr. A con el ramo de girasoles más bonito que he visto en mi vida. Está más guapo que nunca. Un poco después me da la sorpresa más grande de mi vida, y entonces todo lo anterior desaparece de mi mente, como si nunca hubiese sucedido. Es más, tal vez todo lo anterior tenía que suceder para así merecer semejante felicidad al final de semejante día.

No puedo quejarme, la vida me sonríe incluso en los días más ariscos. 

  Sigue leyendo...

sábado, 4 de septiembre de 2010

Coincidencias, etapas

Acabo de darme cuenta de que hace casi exactamente 4 años, durante el Mundial de Baloncesto, estaba en Galicia con mis padres. Estábamos en Panjón o Playa América con los Ferri y tal vez alguien más, no estoy segura. Habíamos comido al borde del mar, el partido de la final de fondo. De repente lo recuerdo claramente, ¡tantos detalles! Nos hicimos un millón de fotos con los padres y mitwin. Y sé que hicimos todas esas fotos porque yo volvía a irme, pero ya no a los más que conocidos Estates, me iba al lejano Oriente, a Filipinas. ¡Qué lejano y extraño sonaba entonces! ¡Qué de preguntas me hacía al respecto! Qué de sentimientos cuando pensaba en ello: excitación, expectación, nervios, ansia, algo de miedo también. Y España ganó aquel Mundial.

Hace casi exactamente dos años estaba en Estambul empezando la segunda parte de mis aventuras por el mundo. Los destinos ya no me parecían ni tan lejanos (porque sólo Australia y Nueva Zelanda podrían estar más lejos) ni tan exóticos (tras haber conocido lugares como Palawan, Las Cataratas Victoria o la jungla de Borneo). España acababa de ganar el Europeo de fútbol, primera alegría que me daba la selección en mi vida.

Hoy han pasado casi exactamente otros dos años y estoy en el último capítulo de mis aventuras, de nuevo en Estambul. Se cierra esta etapa sin estar segura de qué traerá la próxima. ¡Qué de preguntas me hago al respecto! Qué de sentimientos cuando pienso en ello: excitación, expectación, nervios, ansia, algo de miedo también. Y España ha ganado el Mundial de fútbol, y quién sabe, puede que en unos días vuelva a ganar el de Baloncesto. Y entonces toda esta aventura de los últimos 4 años será casi un capicua....

Mundial, Filipinas, Emiratos, Indonesia, Emiratos, Filipinas, Siria, Mundial
   
Sigue leyendo...

viernes, 3 de septiembre de 2010

Taksim, Estambul

Taksim, Estambul - Turquía

De fondo totalmente por casualidad suena Bob Dylan cantando a Mr Jones.

Miles de recuerdos me bombardean de pronto.
Las calles empinadas e imposibles para muchos conductores en el barrio donde vivía Adam.
El restaurante en el que comimos las peores fajitas del mundo y los puestos en los que hemos comido shawarmas un millón de veces.
La farmacia en la que pensaron que quería condones cuando en realidad buscaba ibuprofeno.
La calle de tiendas en la que adoro sentarme a tomar un café en un segundo piso, junto a la ventana, para observar a los viandantes.
Mi pizza margarita favorita, con una cerveza bien fría.
El bar aquel al que fuimos con Leigh Anne que me recuerda a Malasaña.
Uno de los mejores desayunos de mi vida en una cafetería terriblemente acogedora.
El tranvía. 

Todo eso y mucho más es Taksim, y más aún con Mr Jones de fondo.
  Sigue leyendo...