He visto un espectáculo de derviches que me ha dejado atónita y completamente fascinada. Hasta entonces no sabía nada de ellos, y de hecho pensaba que era un simple baile. Si me dais 5 minutos puedo contaros algunas curiosidades así como los detalles más básicos y sorprendentes.
Los derviches son miembros de una cofradía musulmana de la rama sufí, la más mística (respeto, tolerancia y amor) y ascética (indiferente a los bienes materiales así como al placer y bienestar, principalmente por motivos religiosos).
En general les conocemos por su danza sagrada en la que al ritmo de oraciones y de la repetición constante del nombre de Alá– la illa-ha illa' llah – los derviches giran hasta entrar en trance, hasta alcanzar la unión con su dios, la fusión del todo. Giran siempre de derecha a izquierda, emulando el movimiento de los astros en el universo, también como la sangre circulando alrededor del corazón.
Y es que como escribe Berta Gómez, el movimiento es la esencia de la vida, es su constante. Desde los átomos a los planetas pasando por la propia vida humana y sus circunstancias. Y ese movimiento suele ser circular, no sólo por la tendencia a completar ciclos sino por su tendencia a lo entero. Por eso si se quiere participar de la energía universal uno de los métodos es girando.
Hay quien asegura también que al igual que en muchos experimentos químicos se aplica un movimiento rotativo rápido para separar unos materiales –o componentes- de otros. En este caso se utiliza para separar lo consciente y superficial de lo místico.
Durante el baile, o su búsqueda del trance, las manos adaptan posiciones simbólicas: la derecha levantada con la palma hacia fuera, hacia Dios, hacia los bienes que nos regala. La mano izquierda mira hacia el suelo, la tierra, por un lado para adquirir su riqueza y sostenibilidad, por otro para transmitir los obsequios y dones de dios a la humanidad. Los darviches se convierten así en ejes transmisores.
Pero no sólo los movimientos son simbólicos, aquí todo lo es. Incluso el gorro que llevan, que representa la necesidad de limitar sus egos porque sólo así podrán conectar con dios y con el universo. La falda es por un lado una representación de una mortaja que envuelve un cuerpo inerte, por otro el cielo.
Además, hay siempre un maestro y éste simboliza el sol. Hay momentos en los que simplemente se queda de pie, en el centro del círculo, mientras sus discípulos giran a su alrededor como los planetas y el sol. Él es otro eje.
Cabe destacar que aunque su baile se ha convertido en espectáculo, sólo lo es para el público. Los derviches en general aseguran no ser conscientes de la presencia del público mientras giran, y añaden que no pueden meditar ni concentrarse si reconocen la presencia de otros mientras giran. De hecho mientras bailan su mirada parece perdida en el horizonte, o tal vez al contrario, muy dentro de ellos mismos. Y es que el giro busca entre otras cosas el éxtasis, la comunión con dios, y esto va mucho más allá del mero espectáculo, con lo cual lo hacen para si mismos, no para el público.
Por cierto, que es posible que el espectador entre en trance con los derviches. Si hubiese estado rodeada de menos gente y menos luz, no dudo que me hubises ocurrido a mi.
* Fotos tomadas por la elfa, excepto la última
1 comentario:
Qué bien, este blog se está convirtiendo en algo así como una clase amena de cultura árabe. Gracias por enseñarnos tanto profe!
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