Han sido unos días cultureta en Damasco, y he podido asistir a dos conciertos de músicos locales en la Citadela de Damasco, un decorado único, aunque el sonido deja mucho que desear.
Por un lado Marcel Khalife, músico Libanés de reconocido prestigio internacional, así lo indican los muchos galardones y premios que ha recibido en muy diversos países, así como sus más de cien conciertos fuera de la región: en Europa, América y Asia.
Marcel ha recorrido el mundo defendiendo aquello en lo que cree: la libertad y la democracia, y aunque hace años que vive en Paris él es ante todo un ciudadano del mundo que no olvida sus raíces. El Líbano corre por sus venas, como él dice. Canta en árabe, y aunque me hubiese gustado entender la letra de sus canciones es cierto, como bien sabemos los españoles, que cuando se trata de música no hace falta entender las palabras para captar su significado y sobre todo su intensidad. El público Sirio no es el más animado del mundo, pero en más de una ocasión consiguió ponerles a todos en pie para cantar con él y su banda.
Marcel es un músico peculiar, virtuoso del laúd que empezó a tocar desde muy joven. Sus primeros encuentros con la música fueron en la iglesia a la que acompañaba a su madre de niño, las voces de los coros cristianos, aunque hay una innegable influecia de la música árabe y musulmana en su estilo, y él recuerda que desde niño le marcó la llamada a la oración de los imanes, esa música de la que he hablado aquí antes.
Es un músico social muy involucrado con la lucha palestina, pero no tiene vínculos familiares con este pueblo. Fue de niño cuando tuvo su primer contacto con ellos, pasaba de camino al conservatorio por zonas de refugiados palestinos y se preguntaba por qué eran tan pobres y por qué vivían en condiciones tan lamentables, por qué tanta miseria. Entonces descubrió el conflicto y desde muy pronto sintió que debía contribuir de alguna forma a cambiar su destino. Se involucró por completo con la causa palestina y de hecho la mayoría de sus canciones son adaptaciones de uno de los más grandes poetas palestinos, Mahmoud Darwish.
El segundo concierto al que he asistido ha sido el de Lena Shamamyan, cantante siria de origen armenio, joven, guapa, y que tiene una voz impresionante! Acompañada de una banda de jazz, ella también defiende los derechos de los palestinos –aunque su música no sea social como la de Khalife- y de hecho este concierto era para ellos.
Varias cámaras de televisión grababan su música y la emitían en directo en Ramala, las ganancias del concierto van destinadas al pueblo palestino, y había también un músico palestino acompañándola en un par de canciones. De esto no teníamos ni idea hasta que empezó el concierto.
La música de Lena es tranquila, aunque su voz transmite como la más dinámica. Parece mentira que una cara tan dulce pueda tener tanta fuerza.
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