miércoles, 12 de noviembre de 2008

El cuento de mi mamie, o cómo los abuelos se convierten en niños

Ayer, un día después de colgar este post, Pilar decidió que era su momento y se apagó. Este post va para ella, porque cuando yo la conocí ella ya había vuelto a ser una niña. Porque ella nos hacía reír, como mamie, cuando nos contaba que había hablado con un pajarito esa misma mañana, o cuando susurraba con cuidado que los vecinos hacían magia negra y lo sabía porque humo de colores salía de sus ventanas por las noches.


Este post también va por ella porque desde el primer día que fui a su casa ella me recibió como si fuese una más de sus nietas, porque sus abrazos y besos siempre me supieron a los de una abuela, porque estaban llenos de amor y de cariño. Porque en aquella época mi mamie estaba lejos y yo nunca había tenido una abuela a diario, hasta que la tuve a ella. No la he visto en mucho tiempo, pero recuerdo perfectamente su mirada, también de niña traviesa, y su piel tersa, con el pelo peinado hacia atrás. Adiós Pilar.


Volver. La escena en que Raimunda -Penélope Cruz- se arrodilla para descubrir a su madre escondida debajo de la cama. La he visto varias veces e inevitablemente lloro todas y cada una de ellas. Los ojos de Carmen Maura, su mirada, esa mezcla de alegría y de miedo, expectante, porque la reacción de su hija determinará sin duda la suya. Esos ojos de niña traviesa también, como si fuese ella la hija descubierta en plena travesura. Esa mirada que tanto me recuerda la de otra madre que era mi mamie, en sus últimos meses, que yo no recuerdo como amargos, sino como aquellos en que por fin la tuve día y noche, y en los que nos hacía reir a menudo. Y es que precisamente en esos meses ella también parecía una niña, haciendo a veces de las suyas.




Hay tantas anécdotas de ese tiempo en el que poco a poco se iba apagando, como una vela que se queda sin cera o sin oxígeno. Caminaba despacito, arrastraba un poco los pies, tenía 94 años y la cabeza en su sitio prácticamente siempre. También conservó el oído -aveugle peut-être, mais sourde... soude non!- hasta el final, y en cuanto oía un ruidito se levantaba para ver quién más estaba despierto. La pobre se aburría despierta en la cama, pero una vez levantada tampoco tenía mucho más que hacer. Con el paso de los años leía cada vez menos, hasta que ya ni el periódico le interesaba. Mamá intentaba levantarse y salir sin que ella la oyese, pero casi nunca lo conseguía y entonces, cuando se daba cuenta y oía sus pies arrastrándose extraordinariamente ágiles, instintivamente se escondia debajo de la mesa para que su propia madre no la descubriese. Todavía veo a mamie con cara de desilusión al ver que no había nadie, y a mamá debajo de la mesa debatiendo entre asomarse o reirse.


A veces cuando venían amigos a casa ella no se daba cuenta de que no les conocía, y debía de pensar que no les reconocía, así que fingía y les decía cosas tipo "si si, bien sur que je me rappelle, quand tu étais petit on rigolé toujours de ton grand nez"...! Menos mal que ellos sabían que no se conocían!


Por aquella época empezó a emitirse Gran Hermano en España y, la verdad sea dicha, las mujeres de la casa -de la mía claro, no de la de Guadalix- nos enganchamos. Mamie ni lo soportaba, ni lo entendía, ni lo aprobaba, pero no le hacíamos caso. El morbo del voyeur era mucho más fuerte que su sensatez y sentido común. Entonces se levantaba de su sillón, iba al baño, y volvía con los oídos tapados por improvisados tapones hechos con papel higiénico. Giraba su sillón de forma que le daba la espalda a la tele, y nos miraba satisfecha, como pensando yo ni lo veo ni lo oigo, y nosotras nos reíamos con ganas, porque sabíamos que tenía razón!


Ya muy al final, cuanto papá llegaba a casa ella se ponía en pie y nos pedía que la emulásemos porque, según ella, llegaba Mr le President.... Nunca nos quedó claro si nos tomaba el pelo o no, ni tampoco de qué era el Presidente. Lo que estaba claro era que el Presidente había tomado, temporalmente, el lugar de Tonton -son petit- porque este seguía en Francia. A veces hasta aplaudía a Mr le President, dios sabe por qué, pero nos hacía reír.


Recuerdo con especial ternura cuando llegaba a casa y ella estaba echada descansando. Entonces yo iba a su habitación y despacito le decia Mamie, c'est Helene, la belle Helene, y hasta el último dia juro que esta frase hacía que sonriese mientras abría despacito los ojos, que parecían pesar toneladas. Era ella quien me decía de pequeña lo de la belle Helene, y yo quien sonreía, pero es que ahora la niña que sonreía era ella.


Y llegó el día en que se apagó, con sus 94 años y casi un siglo de experiencias y vivencias a sus espaldas. Alguien sopló delicadamente mientras ella dormía. Era, como tiene que ser, otoño y sin duda el momento justo para dejarnos e irse a descansar. Pero yo sé que sigue aquí, no sé si a mi lado en la cama, o en el sillón del salón junto al abuelo sentado en el Chester verde, pero la siento con fuerza. Y sonríe.

3 comentarios:

Nayra dijo...

El otoño nos hace recordar a nuestros mayores. Y como escribí hace pocos días en un post parecido, te digo que el recuerdo siempre reconforta y de él también se vive. Y te digo lo que he dicho mil veces, que mientras sean nuestros mayores los que se van, claro que duele, pero está dentro del orden de las cosas, y eso tiene que servirnos de consuelo. Un beso.

Anónimo dijo...

Me ha encantado el post, aunque me has traído a Mamie demasiado cerca. Me he visto años atrás a su lado, viendo cómo nos miraba con un tanga en la mano y pensando ¿y esto cómo se dobla?
Me he acordado de sus quiche loraine, de la pizza à la tomate, de la sopa te tomate, de sus galletitas saladas con sabor a pizza, del whisky a los 90 años, de cómo ponía el dedo sobre la copa para pedir más vino, etc.
Pero mientras lo recordaba no estba contenta sino que me ha dado un ataque de tristeza, de añoranza.
Dónde estarán ahora? Con Papie y el abuelo?
Em fin...
Bss

la elfa dijo...

No no este no tenia que ser un post triste!! el del abuelo reconozco que lo era, pq yo lo estaba... pero este tiene que provocar una sonrisa y muchos recuerdos, de los buenos. Tu misma me has recordado momentos buenisimos, como el del tanga o cuando pedia vino sin pedirlo!!
Claro que esta con papie y el abu, y con la abuela!! estan todos ahi arriba, que no se si es el cielo o simplemente un lugar de reunion, pero estan todos ahi, y tan contentos!
Mil besos!!