jueves, 10 de septiembre de 2009

Recuerdos

Hay espacios, lugares, rincones que nos marcan para siempre. Puede ser desde la despensa de un amigo de la infancia, donde robabais dulces entre horas, hasta la casa en la que pasabas los fines de semana de niño. Unos representan momentos y sentimientos más intensos que otros, claro, y casi todos nos devuelven a la infancia.

Nosotros pasábamos los fines de semana en esa casita de la sierra. Era más pequeña que la casa en la que vivíamos en Madrid, y sólo teníamos un baño, así que tocaba pasar más tiempo juntos, y organizarse para lavarse los dientes. Qué de recuerdos de pronto. El olor de esa casa, en invierno con chimenea y en verano con barbacoas, nunca me abandonará. Vivíamos pegadas a nuestras bicis, en invierno en chandal y deportivas, en verano con victorias y unos años se llevaban con cordones, al siguiente sin.


Subíamos a los borrachos a comprar chucherías, y sólo años más tarde entendimos que aquel cuchitril era un bar donde todos los hombres estaban borrachos como sólo saben estarlo en los pueblos cuando no hay ganas de trabajar. Qué tiempos aquellos en los que mandaban a los niños al bar a comprar tabaco o cervezas, papá fumaba –negro- en el coche y escuchábamos El Larguero durante todo el viaje de vuelta, que era eterno porque todo Madrid volvía de pasar el fin de semana en la misma sierra y porque tanto gooool goool goool mareaba a cualquiera.

Paseábamos por los prados todos los días, nos creíamos valientes por acercanos a veinte metros de las vacas, y dábamos de comer a los caballos. Uno se llama Estrella. También había un burrito, pero este estaba sólo en una parcela abandonada, y a veces pasábamos por delante y le echábamos algún piropo.

Pasábamos mucho tiempo con los Ferri, que eran parte de la familia (aún lo son!). Nos llevaban de vez en cuando a limpiar el río y pasábamos el día en la montaña, recogiendo bolsas de plástico y botellas que encontrábamos flotando en el río para tirarlas en la basura, como dios manda. El Ferri escondía dinero en la calle o por la casa y nos hacía descubrirlo como por casualidad, para poder comprar más chuches. Los martirios chinos consistían en cosquillas que te hacían llorar de la risa, y no fallaban nunca.

Una noche las hermanas nos autoproclamamos mayores, independientes y valientes, y decidimos dormir en el jardín en una tienda de campaña. Lo raro fue que nos dejaron... y es que cuánto saben los padres, a las dos horas estábamos de vuelta en la casa, metidas en la cama. Nunca repetimos.

Luego llegó la adolescencia y decidimos que queríamos pasar más tiempo en Madrid, con la panda. Y poco a poco la casa de la sierra se fue quedando sola y vacía. Tan poca gracia nos hacía ya que la alquilamos por un tiempo indefinido que a mi me pareció larguísimo, hasta que llegamos a la universidad y nos dimos cuenta del error que cometimos años antes.

Finalmente la desalquilamos, la reformamos, y ahora es la misma casita acogedora, con el mismo olor, las mismas paredes, los mismo recuerdos. Me muero por volver.

 

5 comentarios:

German dijo...

Como siempre me sorprendes y me encantan tus recuerdos y tus
sensaciones un muuuaaa

karloskartoons.com dijo...

Es verdad, yo viví mis primeros 7 años en Valencia de Don Juan (León) por cuestiones laborables de mi padre, después no había casa alli ni nada, asique no fuimos mucho más. Cuando de tarde en tarde voy me encanta recorrer las callejuelas, ver como ha cambiado y recordar anécdotas de infancia...
Un besote

Losbutilio dijo...

Por momentos he revivido mi infancia. En casa no había un Ferri que escondía dinero, pero sí estaba la tía Tere, que ataba un hilo de pescar al palo de una piruleta y nos volvía locos a todos los críos tirando de ella mientras la seguíamos como tontos para cogerla. Y el olor a madera vieja, a humedad y a leña... pero el final de la casona de mi familia tuvo un final distinto, feliz para ella por reformada, infeliz para mí, por malvendida. Gracias por este rato. Un besazo.

la elfa dijo...

Losbustilio, muchos me han dicho lo mismo, lo de la casa malvendida y tal. Nosotras hemos tenido suerte, pero poco a poco esas casas se van perdiendo. Ahora la gente compra apartamentos en la playa... pero no es lo mismo.

Karlos, yo tambien pase parte de mi infancia en Leon, aunque no viva alli. Iba a escribir otro post con esos recuerdos... pero van a ser demasiados recuerdos apra un solo blog!

Volved por aqui pronto!

Frito, Huevo Frito dijo...

Cuando leí este post me encantó y me llevó directa a mi infancia, básicamente porque la elfa y yo lo hemos compartido todo! Sin embargo hoy lo releo con pena, con un nudo en el estómago y con el corazón roto. El Ferri, que fue un abuelo para nosotras, nos ha dejado hace tan solo tres días; de pequeñas supo hacernos felices y enseñarnos a ser buenas personas, ahora debemos demostrale que supimos aprender de él.
Ferri, te llevaremos siempre con nosotras.