sábado, 5 de septiembre de 2009

¿Y si el futuro fuese este?

La noche era tranquila y tú y yo cenábamos juntas, conmigo. Tal vez debo aclarar que éramos tú y yo dentro de 20 años, cenando conmigo hace una semana. No sé por qué, ni cómo ni cuándo surgió la idea de esta cena. Parece como si esas dos que tal vez seamos un día hubiesen querido mandarnos un mensaje.

No parecían infelices, no diré lo contrario. Reían con ganas, se veían despreocupadas, discutían de vez en cuando, y como buenas amigas una idea más tarde ya habían olvidado por qué discrepaban.


Pero había tanto en ellas de lo que ni tú ni yo queremos en nuestras vidas. Los príncipes azules les habían salido rana, y cuando por fin se dieron cuenta pusieron fin a relaciones imposibles llenas de drama, pero quedaron tocadas. Mandaron a las ranas al estanque y se prepararon para vivir vidas nuevas, aún se sentían jóvenes y capaces de empezar de cero.

Pero la realidad era tan distinta. Llegaban tarde a la fiesta de la vida, que había terminado hacía ya horas. Todos parecían haber salido de ella emparejados, unos más afortunados que otros; mientras ellas estaban solas. Solas.

Se refugiaron la una en la otra, como si dos personas débiles se convirtiesen auntomáticamente en una fuerte. Se rodeaban de gente, cenas, fiestas, pero todos acababan marchándose, sólo estaban ahí para lo bueno, y luego la casa volvía a quedarse vacía. Una casa a la que evitaban volver escondiéndose incluso en la oficina. Cualquier hombre valía si les hacía olvidar por un rato a los que vinieron antes y les arruinaron la vida.

Y es que la vida puede ser un arcoiris, o una mierda. La de ellas parecía vacía, gris. Ya no eran infelices, porque se habían acostumbrado a tantos años de miseria. Y eso fue lo que me asustó, ver que ya no luchaban por algo mejor, por lo que de verdad querían. Se conformaban con despertarse un día más y seguir viviendo en su burbuja de autocomplacencia. Y así seguian, solas.

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