sábado, 4 de febrero de 2012

Clara, la perra que le tenía miedo a su propia sombra

Hemos adoptado hace un par de semanas a Clara, una perra de año y medio que llevaba abandonada 6 meses. No hemos tomado la decisión a la ligera, sabemos que es una responsabilidad que nos va a acompañar durante muchos años, y así lo esperamos, porque con la responsabilidad viene su cariño y lealtad. 



Clara es asustadiza pero día a día va superando sus miedos. Al principio incluso su sombra la sobresaltaba, no bromeo. Poco a poco se familiariza con esa forma oscura que la acompaña allí donde va, y también ha aprendido que aunque ella lo intente, su sombra no juega con ella.

Descubrió después su reflejo. ¿Quién está ahí? parecía preguntarse. Se veía reflejada en la puerta de la terraza y después de observarse unos segundos entraba en casa, claramente buscando a ese otro animal que veía a través de la puerta acristalada. Pero del otro lado no había nada. Volvía a salir, y volvía a verse, sin reconocerse. Y de nuevo repetía el proceso, entrando en casa, buscando. Sus orejas entonces se levantaban y podías ver la confusión en todo su ser. Ahora no sé si se ignora a sí misma o si ha perdido interés en ese otro perro que se vuelve invisible cuando lo busca. 



Los olores son su debilidad y si pudiese seguiría cada rastro hasta el infinito. Cuando llegó a casa olió cada centímetro de cada habitación. La aspiradora le tomó 10 minutos sin pausa de intriga y pasión, olisqueando cada trocito. Cuando sale de paseo pasa más tiempo identificando olores que caminando. De vez en cuando hay un olor especial, quién sabe qué huele, pero levanta la pata delantera derecha y la mete hacia dentro, como buena perra de caza. Clara es una mezcla de Bretón y tiene casi todo de esa raza.



Y aunque el olfato es claramente su sentido más fuerte, el oído no falla tampoco. Los sonidos nuevos son inquietantes, ya puede ser la puerta del portal, el ascensor o algún vecino tres pisos por debajo de nosotros. Pero sin duda lo que peor lleva es el viento fuerte que a veces se cuela ligeramente por la chimenea. No puede soportarlo, no entiende, busca, rastrea, olisquea. Levanta las orejas y se queda quieta, completamente concentrada. La televisión está delante de la chimenea y al principio pensábamos que era eso lo que oía, porque se ponía a escasos centímetros de ella y la miraba fijamente como si nada más en este mundo existiese. Pero es el ruido que se cuela por la chimenea el que la intriga, sin duda.

El proceso de aprendizaje no sólo lo vive ella. Nosotros también. Ahora sabemos que se marea en el coche, así que todos los días damos una vuelta a la manzana para intentar que lo supere. También nos dimos cuenta de que comía poco no por timidez sino porque su comida no le gustaba mucho, y ahora hemos dado con una que le encanta y devora. 



Le gusta pasear y por eso la sacamos cuatro veces al día. El primer paseo del día es mío, y el último de Mr. A. Ella a las 8 en punto cada día se despierta y de forma sigilosa e inteligente me despierta a mí. Su padre, Mr A, no se despertaría aunque ella se metiese en la cama con él. Y como Clara es lista, ya sabe que es mamá quien cede todas y cada una de las mañanas y termina sacándola de paseo.

Como decía, su forma de despertarme es sigilosa, porque no ladra ni salta en la cama. No, ella es mucho más lista. Saca las uñas y se pasea por el salón como si bailase claqué, porque el suelo es de mármol. Si con eso no cedo, entonces despacito entra en la habitación, todavía con las uñas fuera, se acerca a papá, nada. Se acerca a mí y me hago la muerta, ni respiro. Entonces vuelve a salir y delante de la puerta salta sobre las cuatro patas, no de forma violenta, más bien juguetona.  Pero yo ahí ya no aguanto, para estar en la cama ignorándola casi prefiero levantarme y disfrutar de su amor. 



Entonces ella me recibe con fiestas. Es sin duda su momento, el único del día en el que se permite ser juguetona, me salta encima, da vueltas sobre sí misma. Y todo esto me recuerda a Valeria, la niña más linda del mundo, que ya tiene tres meses. Su madre me contaba el primer mes que Valeria la despertaba en mitad de la noche y ella no podía más que comérsela a besos. También me decía que a esas horas era cuando la enana le dedicaba todas sus primeras sonrisas. Valeria y Clara ya se han conocido por videoconferencia.

Es alucinante como un perro puede ser tan parecido a un hijo, y como un humano desarrolla el mismo instinto paternal de protección, amor y cuidado. Es difícil encontrar el equilibrio entre educar y dejarse llevar por el cariño. Clara intenta día tras día subirse al sofá con nosotros, o más bien sobre nosotros. Y aunque me encantaría cogerla y achucharla mientras veo la tele, sé que es mi deber educarla y ser dura conmigo misma, no ceder.



Además, como una madre primeriza, cada vez que alguien me da pie a hablar de ella con un simple ¿qué tal Clara?  yo pierdo el sentido del tiempo y puedo hablar de ella como si el resto del mundo no existiese. Como aquí, que sólo quería contaros que Clara es  guapa y cariñosa, Clara es dulce  y muy curiosa, pero he terminado dedicándole ya un buen rato de vuestra atención.

Ahora, si me lo permitís, para terminar de ser una madraza, quiero compartir alguna otra foto de mi niña guapa.




 

4 comentarios:

Anónimo dijo...

¡¡¡y yo que no me atrevía a decir que tengo 2 nietas!!!

Frito, Huevo Frito dijo...

Y yo sin Vodkita perrita fiel! Además la family no quiere otro perro porque tras 17 años no tienen ganas de educar de nuevo...
La echo tanto de menos que en la primera foto después del texto Clara me parece Vodkita :(

la elfa dijo...

Anonimo: jejeje

Frito: yo tambien echo de menos a Vodkita, le dedique un parrafito hace poco http://laelfa.blogspot.com/2011/12/2011.html

Frito, Huevo Frito dijo...

Ahora Clara está pasando unos día en mi casa porque sus papis están de viaje, y he podido comprobar que es aún más guapa y más buena de lo que me imaginaba.
Da gusto tener una perrita así. Lo malo es que ahora estoy pensando en secuestrarla y quedármela para siempre...