** Sugiero escuchar Going to California de Led Zeppelin durante la lectura de este post. Para tu comodidad, el vídeo está colgado un poco más abajo, sólo tienes que darle al play**
La primera vez que estuve en Estados Unidos tenía 15 años y Bill Clinton estaba a punto de ser reelegido presidente. Irónicamente volé de Madrid a Filadelfia y de Filadelfia a San Francisco, donde la familia con la que me iba a hospedar olvidó recogerme. Yo a penas hablaba inglés, por no decir que sabía leerlo y escribirlo, pero realmente hablarlo era otra historia. Mis padres me mandaron a pasar un verano para ver si así conseguía meterme el idioma en la cabeza. Mi profesora en el colegio les había explicado que yo nunca hablaría inglés. Su nombre era Madame Lopez Gay. Sí, aún recuerdo su nombre.
Hoy cuento con casi el doble de años, no sólo hablo inglés, sino que hasta sueño en este idioma, y he pasado largas temporadas en el país. Durante la gran mayoría del tiempo que he pasado aquí George W Bush era Presidente, aunque ahora lo es Obama, quien hace poco ha recibido el premio Nobel de la Paz. Si no me equivoco las nominaciones para el premio se cerraron en febrero, sólo unas semanas después de jurar su cargo. Será que algunos consideran que ser el primer Presidente negro de EEUU significa que ha acabado con el racismo mundial? Si no es así, no me lo explico.
Esta vez he vuelto a volar Madrid-Filadelfia-San Francisco. Pero la parada en Filadelfia, Philly, ha sido considerablemente más larga. Ahora tengo una familia bastante más real que la de intercambio, y no olvidan recogerme. He pasado con ellos mi primer día de Acción de Gracias 100% americano, y una vez más me han hecho sentir parte de la family.
El vuelo a San Francisco me ha parecido breve, tal vez por el excitante libro que estoy leyendo, tal vez porque ahora estoy acosumbrada a vuelos de más de 12 horas y este ha sido sólo de 6. Tampoco aquí han olvidado recogerme.
Es otoño y como aquí aún no ha hecho mucho frío los árboles están preciosos. Una hojas son rojas, otras amarillas, las hay naranja, incluso marrones. Los vecinos tienen un naranjo enorme y lleno de fruta. Hay un par de diminutos colibrís revoloteando por el jardín mientras Mango y Ginger, los gatos, ni se inmutan, tumbados al sol, aprovechando uno de los últimos rayos del día.
Mientras escribo sentada en una cocina que nunca antes había pisado, me parece que estoy en casa y, mejor aún, me siento en paz. Es un sentimiento interesante, por primera vez en muchos meses estoy totalmente relajada, nada me preocupa especialmente, y me siento a gusto conmigo misma como no me había pasado en una larga temporada.
2 comentarios:
Bien, bien. Te imagino perfectamente y me encanta lo que veo.
Feliz viaje.
Te quiero.
Qué envidia de viaje y qué gusto leerte tan feliz!!
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