martes, 22 de abril de 2008

Katmandú




















Katmandú es la capital (y ciudad más grande) de Nepal, uno de los países menos desarrollados del mundo. Una guerra civil que ha durado diez años (1996-2006) ha mermado sin duda en su economía y el turismo ha disminuido terriblemente. El país empezó a ser popular en los años 50 cuando el Everest empezó a atraer turistas, en los 60 se convirtió en uno de los destinos más sonados entre los hippies. Entonces la venta y consumo de hachís era legal, sin duda uno de los atractivos para la comunidad hippy.





























Con algo más de un millón de habitantes, Katmandú es la principal urbe de Nepal. Hubo un tiempo en que eran tres las ciudades del valle, incluyendo Patán y Bakhtapur. Hoy ambas parecen ser extensiones de la capital. Katmandú es una ciudad de contrastes, con dos caras, tal y como la describe la Lonely Planet, y es fácil de entender una vez estás allí. Una ciudad sucia, con tráfico, polución y pobreza. Al mismo tiempo, un lugar espiritual, lleno de templos y peregrinos, budistas e hindús.

 






















Lo primero que me llama la atención es que las montañas que rodean el valle en el que se encuentra Katmandú no son demasiado altas, y no tienen nieve. Y aquí es donde está el Everest, el pico más alto del mundo? Bueno, la verdad es que no, el Himalaya está a cientos de kilómetros. Por otro lado, la polución y la niebla no siempre permiten ver las montañas que enmarcanel valle. Segunda desilusión es el ambiente que se respira en los templos. Nada de espiritualidad, silencio, paz o tranquilidad. Los templos, además, están descuidados, las fachadas estropeadas por la polución. En algunos hay sangre, plumas, restos de ofrendas para los dioses.


 















 
















Sin embargo la ciudad y sus alrededores tienen algo mágico, es difícil de explicar, porque es un sentimiento, algo interno. Hay templos pequeños, grandes, inmensos.

















 























Las velas, las flores y las campanas juegan un papel importante. Y aunque de primeras pueda sorprender, lo cierto es que después de unas horas todo se ve distinto. Callejuelas con encanto, arquitectura medieval, estatuas y más templos. Llama la atención que algunas estaturas tienen cerca de mil años y sin embargo están en mitad de la nada. En medio de un mercado, de una callecita, las usan como tendederos, basuras, tenderetes….





























Dos sitios que hay que visitar son Durbar Square y el Templo de los Monos. Hay monos en muchos de los templos, pero este último, evidentemente, se lleva premio. Y cuidado con ellos! Ya aprendí la lección en Indonesia. Se acercan silenciosamente y siempre hacen alguna trastada.

 





























Los nepalís son pobres, muy pobres, pero hospitalarios. Les gusta hablar con los extranjeros, y practicar el poco inglés que saben. Todos quieren hacer de guías y enseñarte la ciudad, a cambio de una buena propina. Los niños corretean por lacalles, juegan y ríen y parecen felices.






















































Constantemente hay grupos que celebran. Bodas, funerales, alguna festividad religiosa. Llevan sus mejores ropas, más flores, colorido. Hay música en las calles y cientos de vendedores de souvenirs, con los que regatear durante horas, si te dejas. Prácticamente todos los edificios en el centro tienen un restaurante en la azotea, y es agradable esperar tu comida al aire libre, con vistas a los templos de los alrededores y a la gente que pasea, come, charla… en las calles.













































Merece la pena sin duda hacer un viajecito de medio día –o día completo si hay tiempo- a las montañas. Las carreteras te dan la impresión de haber viajado en el tiempo, hacia atrás por supuesto! Vacas, caballos, burros, gallinas…. en los arcenes. Los autobuses y camiones van llenos hasta arriba, nunca mejor dicho porque suelen llevar gente sentada en el techo! Y es impresionante porque encontrar una carretera asfaltada hace menos de 20 años es como un milagro. Además, cuando la carretera se estrecha ningún conductor se hace a un lado para ceder el paso al del sentido contrario, así que el más macho, el más “valiente” no frena ni cede, y el otro acaba echándose a un lado en el último momento! Y como los coches y demás vehículos parecen no tener ni frenos ni suspensión, es toda una aventura. Pero el paisaje es increíble. Las montañas, el valle, los riachuelos, las casuchas como de hace dos siglos con sus habitantes sentados en la acera o en carretas.

 














En definitiva, visita Katmandú con pocas expectativas, y déjate sorprender!



2 comentarios:

Nayra dijo...

Bueno, no todo pueden ser experiencias tan chulas como la de África... Me quiero ir a la India este verano... :) Un besito.

Anónimo dijo...

Qué envidia me estaba dando mientras lo leía, hasta que has mencionado a los monos y me ha venido el recuerdo del verano pasado en el templo ese en Bali, qué miedoooooo!!!!
En fin, que sigas aprovechando para viajar a lugares que luego quedarán muy lejos. Disfruta de todo.
Besos.