Son las 7 de la mañana de un sábado cualquiera cuando me despierta un sms. He dormido 4 horas y lo último que me apetece es acompañar a mi jefa a una reunión informal que presiento no llegará a ocurrir. Reconozco que el lugar para el encuentro me atrae, pero tengo sueño. Vamos a una carrera de camellos!
Me recoge tarde y estoy de mal humor, no me apetece hablar así que me hago la dormida, como cuando era una niña. Tengo mal despertar y más cuando a las 7 un finde me despierta un sms con una reunión de última hora en la que no pinto nada, lo admito.
Conducimos unos 45 minutos hasta llegar a la desviación 47 Al Wathba Racetrack. Y de repente, empezamos a ver camellos por todos lados, en grupitos de 3 o 4 con un hombre que los guía, unos a pie otros a camello, pero todos de piel oscura. Beduinos con turbante en la cabeza. Los camellos tienen la chepa cubierta por mantas, para que no pasen frío, sólo hace 19C grados. Su caminar es armonioso, mueven ligeramente el cuello, todo a un ritmo lento pero agradable. Parecen galgos. Sus patas son largas, las de detrás más que las de delante, lo que hace de su andar algo casi gracioso. También hay grupos grandes, como rebaños, 15 o tal vez más. Todos cubiertos con la misma manta, preciosa y limpia; están mejor cuidados sin duda que sus cuidadores. Deben de pertenecer a un jeque, por lo que me explican.
El paisaje es cada vez más singular, estamos en medio del desierto, pero hay decenas de granjas en las que viven camellos, y beduinos. Hay incluso un mini zoco. Cuando por fin llegamos al... Estadio? Pista? Camellódromo?... Las gradas están vacias y un hombre con acento francés, el único blanco y no árabe aquí, nos explica que nadie las usa porque desde ellas no se va nada. Hay una torre a la que podemos subir, o podemos seguir la carrera desde el coche. No, perdón, no desde el coche sino con el coche. Podemos seguir a los camellos durante la carrera, eso es lo que se hace normalmente. Debe de ver nuestra cara de incredulidad y desconcierto porque con el dedo señala algo en el horizonte, donde conseguimos adivinar una nube de polvo. Según se va acercando adivinamos que es polvo y coches. Mi jefa jura que no hay camellos pese a que yo insisto en que no los vemos porque son de un color parecido al de la arena del desierto, lo que provoca un efecto camaleónico, como si estuviesen camuflados.
Mientras tenemos esta discusión en la que ella está convencida de que me equivoco y yo de lo contrario, la nube se ha convertido en una veintena de coches, y al poco vemos a una veintena de camellos corriendo al lado de los coches. Me ha hecho madrugar, pero ahora me anoto un puntazo, in your face.
Nos acercamos con el coche a donde están todos los camellos y sus cuidadores, yo me bajo del coche para hacer fotos y ver de cerca lo que está pasando, pero ella se niega, somos las únicas mujeres aquí y dice que le asusta el ambiente... Whatever tía. Para la siguiente carrera consigo convencerla de que nos unamos a la diversión y sigamos la carrera con el coche. Y lo hacemos. Una veintena, o más, de coches conduce con los ojos en los camellos y no en la carretera. Se nota que lo hacen a menudo porque han desarrollado una habilidad exepcional para conducir de este modo sin chocarse. Nuestro conductor sin embargo sufre un poco ya que no quiere perderse el espectáculo, pero también necesita conducir con cuidado.
Ahora que los camellos corren me doy cuenta de lo ridículo que es este deporte. Juro que los cinco últimos camellos no tienen fuerza para correr, más bien se arrastran como pueden hacia la meta, que queda lejos porque son unos 7 kilómetros de recorrido. Van a unos 35km/h. Ahora ya no parecen seguir ningún ritmo armonioso. Se han convertiro en animales ridículos, como una parodia de sí mismo. Sus piernas no son proporcionales, por lo que terminan pareciendo bobos, con la baba literalmente colgando.
Pero lo que realmente me parece cómico, casi de forma sarcástica, es el robot que llevan en la chepa. Sí, sí, un robot. Hace un tiempo se prohibió el uso de jockeys porque los jeques utilizaban niños, que pesan menos que los adultos, y al parecer los tenían esclavizados, literalmente. Incluso el Jeque Mohammed de Dubai fue acusado de emplear a niños, que además eran mal tratados y estaban mal nutridos. Total que para que no haya más denuncias internacionales se ha decidido que ya no hay jockeys y usan una maqunita, pequeña, que para más burla tiene un látigo pequeño controlado con un mando a distancia, para fustigar al camello cuando no corre lo suficientemente rápido.....
Sobra decir que la reunión no llegó a ocurrir porque mi jefa se había equivocado, no nos habían citado en las carreras de camellos sino en las de caballos. Y ya ves, aquí estábamos nosotras esperando en el camellódromo, ¡la equivocación más normal del mundo oye!
Todo aquel que me conoce sabe que adoro los números y las listas. Los Top 5 y Top 10 entre otros. Me gusta hacer listas imaginarias, por ejemplo cuando no consigo dormir, y reconozco que van cambiando según el día, según mi humor. También me gusta preguntar y saber qué le gusta, disgusta, entretiene, aburre... a la gente. Top 5 libros, los mejores olores, ciudades... que sé yo, hay miles de listas que todos hemos hecho en algún momento. La revista Time acaba de hacer su Top 10 del año, y hay un top 10 para casi todo. Os invito a visitarlo y disfrutarlo, algunos no tienen desperdicio.
Poco a poco iré colgando aquí algunas de mis listas que, repito, cambian según el día. Tal vez alguno se anime a dejar su lista por aquí también...
Llueve. No, diluvia. No he visto llover con tanta fuerza, tanta pasión, desde Filipinas y entonces eran tifones.
Llueve. No, diluvia. Parece una bendición de los dioses, o de Ala, quién sabe. Llueve de una forma distinta, el sol tímido aún consigue asomarse entre las nubes que no cubren por completo el cielo. Los rayos son rápidos como... Bueno... Como el mismísimo rayo, y los truenos son ensordecedores, me vibran las entrañas y es una sensación casi divertida, un cosquilleo interesante.
Llueve. No, diluvia. La gente está feliz, o al menos los extranjeros, pero no alcanzo a ver a ningún emiratí. Todos reímos, parece contagioso. Uno comenta que le gusta la lluvia, y reímos todos, aunque no nos conocemos. Me rodea un grupo interesante: un pakistaní, un cingalés (juro que es el gentilicio para los habitantes de Sri Lanka!), un indio y un libanés. A todos nos recuerda a casa, porque hace frío y llueve y nos recuerda que las 4 estaciones existen, y simplemente parece invierno.
Llueve. No, diluvia. El aire, que no llega a ser viento, hace que llueva en paralelo al suelo y quienes llevan paraguas ya no saben si ponerlo encima de sus cabezas o frente a sus cuerpos, a modo de escudo. La mayoría se da cuenta de lo ridículo de la situación y ríe, mientras cierra sus paraguas.
Llueve. No, diluvia. Y debe de ser agua bendita porque de repente parece no haber barreras sociales, culturales, raciales o intelectuales. Parece como si fuésemos de nuevo todos ninos, en el patio del colegio, jugando bajo la lluvia y saltando en los charcos.
Llueve. No, diluvia. Y me gusta. Me recuerda a casa. Me recuerda a Nay, aquel día en que llovía como hoy pero en la Berzosa, y también reímos y saltamos en los charcos. Me recuerda a Sophie y a Mini porque hace años en Francia llovía como ahora pero con maldad y decidimos compartir cama mientras nos preguntábamos si sería el fin del mundo. Me recuerda a Adam porque otra tormenta con maldad nos pilló en una cabañita de madera en una isla de Filipinas, y mientras yo rezaba para que los miles de litros de agua no derribasen la cabaña, Adam dormía plácidamente. Me recuerda a Leti y a Loren porque si lloviese en Madrid hoy así se les caería el techo encima. Me recuerda a Jota porque hace poco llovió con tanta rabia en su barrio que el diluvio destrozó coches sin piedad.
Han sido muchas las ocasiones en las que hemos criticado a los distintos Emiratos, y sobre todo a Dubai, en este blog. ¿Por qué las economías jóvenes del Golfo, tan conservadoras en determinados aspectos, han decidido ser revolucionarias en otros? Y ¿por qué consideramos que se equivocan?
Yo tengo una teoría que es fácil de explicar como una historieta. Imaginemos que los Emiratos, por elegir uno de estos países, es un grupito de personas. Digamos chicas adolescentes, amigas de toda la vida. En los años 60 eran niñas y entonces estaban bajo protectorado del Reino Unido –su padrino por ejemplo-, y este se encargaba de su estabilidad y bienestar. Un día las niñas descubrieron que tenían un talento oculto, llamémoslo petróleo, mucho petróleo. Vamos, como si las niñas de repente se hubiesen presentado a un casting para formar uno de esos grupos de música bastante patéticos que todos hemos visto en la tele t no sólo grabaron un disco, sino que además de la noche a la mañana se volvieron mega famosas y ricas, muy ricas.
Entonces nuestras niñas ya convertidas en adolescentes le dijeron a su padrino que ya no le necesitaban, gracias por tu ayuda y hasta otra, ahora ya somos mayores y nos apañamos solas. Como es de esperar, no eran tan mayores ni sabían apañarse solas. Necesitaban madurar, pero el mundo no les dio tiempo, y ellas tampoco se lo pensaron mucho. De repente tenían lo que ellas creían era lo más importante en la vida: dinero y las unas a las otras!
Y como todas esas cantantes, artistas, actrices famosas a los 16 y sin padres que se preocupen demasiado por ellas, se fueron por el mal camino. ¿Y a quién culpamos? Ellas sólo querían ser como los demás a su alrededor, sin darse cuenta de que eran bien distintas. Y llegaron los excesos, pero no para todas porque cada una de nuestras chicas tenía una personalidad muy distinta.
Así que decidieron medio separarse, y probar suerte por libre, pero siendo por supuesto, “amigas para siempre”. Dos se quedaron atrás, Fujaira y Um el Kaiwan, y nadie sabe bien si porque eran más tímidas o porque no tenían ambición. También quedó claro desde muy pronto que con gran diferencia la que más talento tenía –o sea, petróleo- era Abu Dhabi. Y ella decidió tomárselo con calma, sin prisa pero sin pausa. Intentado establecer unos cimientos fuertes para su carrera, con algún que otro mini tropiezo. Y parece que le va bien, invierte su dinero con seguridad y acierto, y su carrera seguramente la llevará lejos.
Sharjah decidió que ella sería la más conservadora, y así le va. Es aburrida y no interesa a casi nadie, aunque ella intente venderse como la que de verdad representa a su cultura. Pero no se da cuenta de que esto es el showbusiness y la cultura por desgracia importa poco. Pero si ni si quiera se pone faldas o o vestidos para subir al escenario, siempre tan recatadita ella, y exige lo mismo de su público. Vamos, que el público es escaso y soso, como ella.
Ajmán y Ras el Jaima al principio también se durmieron en los laureles, pero hace unos añitos han despertado y parece que con un empujoncito del público extranjero tal vez despeguen. No tienen casi talento, pero consiguen gustar por otros motivos. Ajmán triunfa en Pakistán, donde aunque pocos lo saben hay gente con mucho dinero, y ella se deja querer y meter mano por cualquiera que le suelte un duro. Ras el Jaima es la guapa del grupo y se espabiló un poco antes, cuando la descubrieron los alemanes y los rusos. Intenta no perder el Norte, pero a veces se deja liar con tanta atención y tonteo.
Y luego nos queda Dubai, que seria un poco como Britney Spears antes de perder la cabeza y decidir raparse. Pero va siguiéndole los pasos muy de cerca. Vamos a ver, Dubai se dio cuenta de que tenia poco talento, que ya hemos quedado en que es el petróleo, pero también se dio cuenta de que gustaba, y mucho. No es la más guapa, pero sí la más atractiva. Y ella sabe hacerse querer y gustar. Aunque de cerca decepcione un poco.... Ella fue la que más se dejó influenciar por todo aquel un poco mayor que ella y que también tuviese dinero o que le comiese un poco la oreja diciéndole lo maravillosa que podría llegar a ser. Se lo creyó, empezó a prostituirse y a despilfarrar y se dio cuenta de que eso gustaba mucho más que su escaso talento.
Asimismo descubrió que tener a los medios de comunicación a las puertas de tu casa es la mejor publicidad –y gratis!-, así que cada cierto tiempo se reinventa a sí misma para seguir llamando la atención y que no nos olvidemos de ella. Primero fue el hotel de 7 estrellas en el mar, después las islas en forma de palmera, luego el mundo, ahora preparan el unvierso. Por supuesto todo lo que hace es más cool y más caro y más original y más más que el resto del mundo. Hace poco organizó la fiesta más cara del mundo, y eso que todos saben que su cuenta corriente está en números rojos!
Y lo malo es que nuestra Britney Dubai ha perdido el Norte y está gastando más de lo que tiene, y como ya no tiene padrino que la ayude... pues le pide a la más lista del grupo, Abu Dhabi, que es un poco como la madre del resto. Pero Abu Dhabi se ha cansado de tanta inmadurez e irresponsabilidad y le ha cerrado el grifo a Dubai.
Veremos con qué nos sorprende la semana que viene.... pero apuesto a que volverá a hacer de las suyas, y acaparará una vez más miles de miradas. No obstante, casi me da pena Dubai. Si aún no era mayor de edad y ya era rica y famosa... ¿qué más podíamos esperar? De un grupo de 7 ha salido una lista y responsable, que además era la que tenía talento; una conservadora; dos que han espabilado con el tiempo aunque son un poco tontitas y se dejan meter mano; otras dos se han quedado atrás, lejos del glamour y los focos y los flashes; y luego está Dubai, que casi se merece una historia por si sola.
¿No os da un poco de pena? ¿Acabará en un psiquiátrico o en Alcohólicos Anónimos?
Esta puede ser una de esas historias con final abierto, en la que el lector está invitado a imaginar, incluso compartir, su final favorito....
Tenía un par de posts en mente para hoy, pero se me ha liado el día y no he podido escribirlos. Ahora que me siento delante del ordenador esas ideas se han ido y lo único que se me ocurre decir es que quien defiende sus ideas e ideales con violencia, pierde toda la razón que podía tener un principio. Quien mata para hacerse oír, ese es un cobarde. Un cobarde y un hijo de puta, perdonen mi lenguaje... y por desgracia parece que en España tenemos unos cuantos, pero también en India, en Israel y Palestina, en Nigeria y en México, y un largo etcétera. Mire a donde mire, norte o sur, este u oeste, lo que veo no me gusta. Me da tanta pena y tanta rabia, me hago tantas preguntas, me siento perdida. ¿En qué mundo vivimos? No espero respuestas, ya no.
Decía una canción aquello de
Stop this world, let me off
(Paren este mundo, dejen me salir)
There's just too many pigs in the same trough
(Hay demasiados cerdos en el mismo comedero)
Stop this world, it's not making sense
(Paren este mundo, ha perdido su sentido)
Y ahí lo dejo, porque me duele el corazón y el alma, viendo a cobardes pegando tiros, o poniendo bombas, por ideales en los que tal vez ya ni creen.