sábado, 26 de abril de 2008

Dubai - Esclavos del siglo XXI






Llevo unos días dándole vueltas en mi cabeza a un tema que me incomoda en muchos sentidos. Por un lado, no estoy segura de cómo enfocarlo, por otro me da un poco de miedo escribir al respecto. Aquí es algo tabú, como si no existiese. Miro a mi alrededor y me parece que estoy rodeada de ciegos, gente que hace oídos sordos. Como aquellos monos sabios que se tapan los ojos, los oídos y la boca. Tal vez quienes me rodean viven una vida fácil, salarios mucho más altos que en nuestros países de origen, calidad de vida alta. Sin embargo, mires donde mires ves cientos de pakistanís, indios, filipinos…. El número de inmigrantes supera los 4 millones en el país, de los cuales aproximadamente el 20% trabajan en la construcción, algo más de la mitad en Dubai. Son ellos, este medio millón de personas, quienes construyen los mega-proyectos por los que Dubai es famoso: las tres islas artificiales en forma de palmeras, “el mundo”, Burj Dubai –el edificio más alto del mundo-…

Ellos son quienes han hecho posible que Dubai haya pasado de ser desierto a ser una metrópoli llena de lujo y buena vida para europeos, americanos, multinacionales y millonarios del resto del mundo. Sin embargo nadie les tiene en cuenta. Son hoy día, repito, medio millón de personas, en su mayoría hombres, que vienen de los lugares más pobres del mundo.

















Sheikh Zayed Road - Dubai 1990 



















El mismo sitio de Sheikh Zayed Road - Dubai 2003

















Y de nuevo Sheikh Zayed Road - Dubai 2007


Las condiciones en las que trabajan y viven me ponen la piel de gallina, y aunque sé que no soy la única que así lo siente, a veces me parece que quitando a Human Rights Watch son pocos quienes se sienten perturbados por ello. A veces lo comento, y juro que la gente suele mirarme como pensando “y a ti qué te importa?” o “si están aquí en semejantes condiciones será porque les compensa”. Otros me dicen que me una a una ONG. Poco más.










  






Y yo me pregunto, el que en su país de origen fuesen pobres, justifica que se les trate como esclavos? Y ya que estoy, me surgen aún más preguntas: en este lugar no hay democracia, gobierna la familia real, esclavizan a los inmigrantes, y tienen petróleo… por qué no les ha invadido George W. Bush todavía??? Le sobran las razones! Por supuesto esto es sólo una provocación. Pero sí me llama la atención que todo el mundo admire a Dubai, que se haya convertido en el sitio de moda, la ciudad que hay que visitar y en la que hay que invertir (el PIB crece a un ritmo del 10% anual). Dubai es la nueva tierra prometida, lugar de oportunidades para todos. Para todos? Según se mire. Sí, los ciudadanos más pobres de Pakistán, Bangladesh e India también tienen la oportunidad de venir a Dubai, pero no de tener una vida respetable, un trabajo en condiciones dignas, un salario razonable.


Diversos estudios y encuestas prueban que estos hombres pagan entre $2.000 y $4.000 para conseguir un contrato de trabajo, el visado y el billete de avión. No hace falta decir que semejante cantidad de dinero para ellos representa MUCHO más que para cualquiera de quienes estéis leyéndome, pero prefiero recordarlo. Muchos de ellos se endeudan durante años, venden lo poco que tienen, y deciden venir a Dubai, ese lugar en el que todos podemos enriquecernos. Ya… todos no. Quiero que conste que el Gobierno de los Emiratos Árabes Unidos (Emiratos) ha prohibido que se cobre por los servicios mencionados, pero hasta el momento no se ha sancionado a ninguna empresa, entidad, organización ni individuo por ello. Vamos, que miran hacia otro lado.








 






Una vez estos hombres llegan al país hacen una cola de horas, la he visto en repetidas ocasiones.Suelen ir en grupos y no se separan a no ser que así se lo indiquen, a gritos. Porque así es como les tratan, como a perros hambrientos. Esperan con manos temblorosas, miran a su alrededor como perdidos, pero nunca miran a los ojos a nadie. Sin embrago sus ojos son importantes: tanto que se los escanean cuando por fin les llega su turno. Después hacen otra cola, para el control de pasaporte. Una vez han cumplido con todo el papeleo y burocracia necesarios para su entrada en el país, les recoge un autobús mugriento en el que un representante de la empresa para la que van a trabajar les pide el pasaporte. Se lo requisa, no sé si ellos son conscientes de lo que significa. Al dar su pasaporte están perdiendo parte de su libertad. Aunque tal vez no pierdan tanto, para poder salir del país, es decir para volver a casa, necesitan un permiso de salida (sí, sí, un visado para salir!) y lo tiene que autorizar su empleador.

El que no puedan escoger cuando irse, aun si tuviesen dinero para pagar un billete, simplemente realza mi idea de que son esclavos y si están aquí no es sólo porque están mejor que en casa. No tienen opción! Además, la ley establece que tienen que trabajar durante un mínimo de dos años para la empresa que se ha encargado del papeleo para el visado, antes de poder cambiar de empleador. Pero claro, si el jefe tiene su pasaporte, también tiene su futuro y sus sueños en sus manos.


















Nunca he visto en persona el interior de los barracones donde viven, pero sé que están en medio de la nada, lejos de todo y de todos los que “contamos”. Duermen normalmente ocho por habitación, en literas. El alojamiento lo cubre la empresa, no sé si la comida también, pero espero que sí porque su sueldo definitivamente no da para mucho. Son unos $180 al mes, y trabajan jornadas de 12 horas, seis días y medio a la semana. Mmmh… eso son menos de $3 al día. Pero claro, nos hemos hartado de oír que hay mucha gente que sobrevive con menos de $1 al día, así que no sé de qué me quejo.


Por otro lado están las condiciones en las que trabajan. La construcción es 24 horas al día, así que se trabaja de día y de noche. Además, Dubai está en el desierto, y a partir de Abril/Mayo las temperaturas alcanzan los 40 grados, en julio y agosto hablamos de 50+. El gobierno al parecer ha cambiado algunas leyes y ahora es ilegal trabajar bajo el sol cuando las temperaturas sobre pasan los 45 (Gracias!), al parecer oficialmente nunca hace más de 44, qué curioso!













  




La falta de seguridad es enorme, hay informes no oficiales que cifran en cerca de 1.000 los trabajadores muertos al año. Si hay medio millón y mueren 1.000,
estamos hablando de una cifra escalofriante! Pero una vez más, estos son datos no oficiales. El gobierno reconoce unos 100, pero las ONGs que repatrían los cuerpos así como distintos informes de la revista Construction Week y Human Rights Watch, entre otros, no se quedan callados y denuncian una realidad muy distinta a la idealizada imagen que el mundo tiene de Dubai. Hay otros datos llamativos, como el número de suicidios, que sobrepasa la centena.

Soy consciente de que Dubai no es el único lugar en el que se maltrata a inmigrantes (a los de 2ª clase, claro) con condiciones de vida y laborales deplorables. Todo el mundo habla ahora de China, y de la antorcha, mientras Dubai es sinónimo de lujo, opulencia y buena vida. Quién se acuerda de los obreros de aquí?

Si os interesa este tema, o si queréis datos más fiables que los que yo expongo, os invito a que leáis algunas de las conclusiones a las que llega Human Rights Watch en su informe sobre los Emiratos, de 2006.


Me quedo con una frase de Sheikh Mohammed Bin Rashid Al Maktoum, el jeque soberano de Dubai, y Vicepresidente de los Emiratos Árabes Unidos, considerado por muchos (incluyéndome a mi) un visionario y filósofo: “Quien no intenta cambiar el futuro será cautivo del pasado”. Y cito esta frase, porque sin duda el futuro que está construyendo para Dubai (ese tan admirado y respetado) no es más que una copia triste y escalofriante del peor de nuestros pasados.

Good night and good luck. Buenas noches y buena suerte.
   


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martes, 22 de abril de 2008

Katmandú




















Katmandú es la capital (y ciudad más grande) de Nepal, uno de los países menos desarrollados del mundo. Una guerra civil que ha durado diez años (1996-2006) ha mermado sin duda en su economía y el turismo ha disminuido terriblemente. El país empezó a ser popular en los años 50 cuando el Everest empezó a atraer turistas, en los 60 se convirtió en uno de los destinos más sonados entre los hippies. Entonces la venta y consumo de hachís era legal, sin duda uno de los atractivos para la comunidad hippy.





























Con algo más de un millón de habitantes, Katmandú es la principal urbe de Nepal. Hubo un tiempo en que eran tres las ciudades del valle, incluyendo Patán y Bakhtapur. Hoy ambas parecen ser extensiones de la capital. Katmandú es una ciudad de contrastes, con dos caras, tal y como la describe la Lonely Planet, y es fácil de entender una vez estás allí. Una ciudad sucia, con tráfico, polución y pobreza. Al mismo tiempo, un lugar espiritual, lleno de templos y peregrinos, budistas e hindús.

 






















Lo primero que me llama la atención es que las montañas que rodean el valle en el que se encuentra Katmandú no son demasiado altas, y no tienen nieve. Y aquí es donde está el Everest, el pico más alto del mundo? Bueno, la verdad es que no, el Himalaya está a cientos de kilómetros. Por otro lado, la polución y la niebla no siempre permiten ver las montañas que enmarcanel valle. Segunda desilusión es el ambiente que se respira en los templos. Nada de espiritualidad, silencio, paz o tranquilidad. Los templos, además, están descuidados, las fachadas estropeadas por la polución. En algunos hay sangre, plumas, restos de ofrendas para los dioses.


 















 
















Sin embargo la ciudad y sus alrededores tienen algo mágico, es difícil de explicar, porque es un sentimiento, algo interno. Hay templos pequeños, grandes, inmensos.

















 























Las velas, las flores y las campanas juegan un papel importante. Y aunque de primeras pueda sorprender, lo cierto es que después de unas horas todo se ve distinto. Callejuelas con encanto, arquitectura medieval, estatuas y más templos. Llama la atención que algunas estaturas tienen cerca de mil años y sin embargo están en mitad de la nada. En medio de un mercado, de una callecita, las usan como tendederos, basuras, tenderetes….





























Dos sitios que hay que visitar son Durbar Square y el Templo de los Monos. Hay monos en muchos de los templos, pero este último, evidentemente, se lleva premio. Y cuidado con ellos! Ya aprendí la lección en Indonesia. Se acercan silenciosamente y siempre hacen alguna trastada.

 





























Los nepalís son pobres, muy pobres, pero hospitalarios. Les gusta hablar con los extranjeros, y practicar el poco inglés que saben. Todos quieren hacer de guías y enseñarte la ciudad, a cambio de una buena propina. Los niños corretean por lacalles, juegan y ríen y parecen felices.






















































Constantemente hay grupos que celebran. Bodas, funerales, alguna festividad religiosa. Llevan sus mejores ropas, más flores, colorido. Hay música en las calles y cientos de vendedores de souvenirs, con los que regatear durante horas, si te dejas. Prácticamente todos los edificios en el centro tienen un restaurante en la azotea, y es agradable esperar tu comida al aire libre, con vistas a los templos de los alrededores y a la gente que pasea, come, charla… en las calles.













































Merece la pena sin duda hacer un viajecito de medio día –o día completo si hay tiempo- a las montañas. Las carreteras te dan la impresión de haber viajado en el tiempo, hacia atrás por supuesto! Vacas, caballos, burros, gallinas…. en los arcenes. Los autobuses y camiones van llenos hasta arriba, nunca mejor dicho porque suelen llevar gente sentada en el techo! Y es impresionante porque encontrar una carretera asfaltada hace menos de 20 años es como un milagro. Además, cuando la carretera se estrecha ningún conductor se hace a un lado para ceder el paso al del sentido contrario, así que el más macho, el más “valiente” no frena ni cede, y el otro acaba echándose a un lado en el último momento! Y como los coches y demás vehículos parecen no tener ni frenos ni suspensión, es toda una aventura. Pero el paisaje es increíble. Las montañas, el valle, los riachuelos, las casuchas como de hace dos siglos con sus habitantes sentados en la acera o en carretas.

 














En definitiva, visita Katmandú con pocas expectativas, y déjate sorprender!



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miércoles, 16 de abril de 2008

La Amistad

Leía el otro día sobre la Amistad, y me emocioné. Últimamente echo de menos a mis amigos. Me da miedo que piensen que soy la peor amiga del mundo, porque nunca estoy. No estoy para celebrar cumpleaños, ni para ir al cine. No puedo ir a cenar, ni preparar fajitas en casa de mis padres. Ya no hay “mis padres no están este finde, os venís a la piscina, cenar, dormir?”. Sin embargo, en todos estos años que he pasado lejos, nunca me he sentido tan cerca como ahora.

Es cierto que la mayoría de los que fueron mis amigos ya no están en mi vida, tal vez porque yo no supe estar en las suyas. La amistad es cosa de dos, cuando uno lo hace todo, se acaba quemando. Pero los que sí están, quienes sí estáis, quiero que sigáis. Me da vida pensar en vosotros, y hacer planes imaginarios para el fin de semana, aunque sé que el fin de semana no llegará hasta agosto o septiembre, cuando vuelva a estar en casa. Y cuando hago esos planes, echo de menos los reales.


Echo de menos sentarme en el césped del parque del oeste, de noche, mi coche y tu coche cerquita, y charlar, callar, soñar, divagar, disfrutar simplemente de tenerte a mi lado, para lo bueno y para lo malo. Echo de menos que me digas que soy mágica, porque cuando estoy contigo así lo siento. Echo de menos ver los Madrid-Barcelona juntos. Un par de años no te tuve y cuando volviste a mi vida supe que esta vez te quedabas. Echo de menos tus abrazos.


Echo de menos esa casita con dos gatos y vistas. Los enfados que me duran cinco minutos porque una vez más me toca conducir hasta el centro, buscar aparcamiento, conducir de vuelta por la noche…. Porque a veces creo que es porque no tienes coche, porque vives en la línea gris y como muchos otros te parece que todo lo que está fuera está demasiado lejos. Y después me doy cuenta de que tienes razón, qué hacemos si vienes tú a mi zona, sentarnos en mi casa? Echo de menos ese amargo sentimiento cada vez que entro en tu casa y veo que ha pasado un año más y mi lámina de Klimt sigue sin estar ahí, pero está el cuadro de chocolate. Echo de menos las cartas, los diccionarios en la mesa que nos explican la diferencia entre un puente y un viaducto cuando nos da por preguntárnoslo. Echo de menos tu cocina pequeñita y tu casita tan limpia y siempre acogedora.


Echo de menos a esa amiga que se convirtió de la noche a la mañana en la amiga de Sophie, para después pasar a ser nuestra amiga. Echo de menos tu manía por la uñas cortas (porque si no te dan grima), tu piel blanca y manos temblorosas. Echo de menos descolgar el teléfono y oír tu voz, o llamar a tu casa –ese número con tantos 4- y hablar con tu mami unos minutos.


Echo de menos a quien fue mi mejor amiga, con quien compartí todos esos años de cole, de uniforme -falda corta, jersey rojo-. Las miles de horas de ruta, los amores de quinceañeras, los cabreos con nuestros padres, el parque, tu familia, el suelo de mármol, la casa que debería estar en la playa y no en Madrid. Los gatos. Los mil y un gatos. Tu abuela Pilar.


Echo de menos a la niña más buena que conozco, la mejor amiga del mundo, aunque nunca hemos hecho mil planes juntas, nunca hemos ido de compras, nunca salimos a cenar solas, ni nos llamamos todos los días. Echo de menos compartir bus a las 7 de la mañana hasta Princesa, tanto como echo de menos a tu papi en el Punto preguntándome por mis notas! Echo de menos las visitas después de misa, simplemente porque sí, porque me quieres y yo te quiero.


Echo de menos a esa linda andaluza que me dio vida en Pensilvania. Echo de menos nuestros viajes por el país: Chicago, Nueva York, DC, Puerto Rico... Echo de menos nuestras teorías sobre las calorías, las promesas que nos hacíamos sobre el gimnasio, comer menos, beber menos…. Echo de menos lo fácil que era la vida entonces, y lo difícil que la veíamos. Echo de menos que ella estuviese siempre ahí para mi y yo para ella, pero no porque ya no lo estamos, sino porque ahora ya no lo necesitamos de esa forma. Echo de menos su risa y sus ojos brillantes.


Echo de menos a mis primos, que son los mejores. Echo de menos pasar a la casa de al lado -“mamá me voy al lado, vuelvo en un rato”- y dejar que el tiempo vuele, hablando de nada y de todo. Echo de menos soñar en voz alta con mis primos, hacer planes imposibles. Echo de menos imaginar una urbanización en la que sólo viviríamos nosotros. Echo de menos pensar “por qué no nos vamos a Sela ahora?”, e ir! Echo de menos reírme con ellos.


Echo de menos a mis hermanas, porque ellas me dan la vida. Echo de menos hacer las paces con una sonrisa (pero NO echo de menos pelear). Echo de menos mi pisito favorito de Madrid, con esa terraza grande, plantitas, un gato de vez en cuando, rodeada de tejaditos, la habitación arriba. Echo de menos a ese rubito que no me robó a mi hermana, sino que se convirtió en un hermano. Echo de menos a quien consiguió que mi hermana se centrase y descubriese lo que le gusta y le interesa, para llegar a hacerlo y disfrutarlo, con él siempre a su lado apoyándola. Echo de menos dormir con ellas, y pasar horas charlando cuando deberíamos estar durmiendo. Echo de menos la tercera cama que mamá quitó hace años porque dos ya no estamos mucho por ahí. Echo de menos saber que pase lo que pase, siempre estaremos las unas para las otras.


Echo de menos a Vodka, y a todos aquellos que saben quién es. Echo de menos a muchos, pero esos quedan para otro día. Hoy quienes contáis sois vosotros.

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martes, 8 de abril de 2008

Hay vida después de Internet?

El otro día caí por casualidad en un artículo que propone 10 formas en que Internet puede morir/desaparecer/transformarse repentinamente. El artículo deja mucho que desear, sin embargo he de reconocer que me planteé cómo me afectaría tal cambio.

Yo soy de las que duerme con la PDA debajo de la almohada conectada al wireless por si llega algún email en mitad de la noche (como Madonna). Creo que todos sabemos que leer emails en mitad de la noche no es vital para mí ni personal ni profesionalmente. Sin embargo, estoy tan enganchada que no me planteo si quiera desconectar cuando duermo –ni el teléfono ni internet-. El pobre que comparte cama conmigo no lo entiende. No entiende por qué según entramos en un edificio, ya sea una oficina, un restaurante o un aeropuerto, lo primero que hago es ver si hay un wireless al que engancharme, no entiende por qué necesito chequear mi email en los atascos...


Y aunque reconozco que esta adicción es un poco extrema, es cierto que cuando miro a mi alrededor sólo veo a gente enganchada a sus gadgets, ya sea la PDA, el ipod, el móvil...


Así que me he puesto a pensar… cuánto tardaría en darme cuenta de que Internet ha desaparecido? Un día normal lo primero que hago es abrir la bandeja de entrada de mis dos cuentas de email principales, al de trabajo y la personal, al mismo tiempo leo el periódico en versión digital (la excusa es que al estar lejos de casa me es difícil encontrar la prensa que me interesa en papel. Pero aún cuando estoy en Madrid le echo un vistazo a la versión impresa, y el resto del día dependo de Internet.). Ok, aquí me doy cuenta de que algo no funciona, y sin duda pienso que es mi ordenador. Reinicio. Nada. Culpo al router. Lo reinicio. Nada. Será el proveedor de la conexión? Sí, seguro que es eso.


No hay problema, para eso tengo una PDA con conexión inalámbrica y GPRS. Tampoco funciona. Aquí ya la historia empieza a estresarme. Trabajar sin Internet es difícil, no hay emails, olvídate de buscar información sobre empresas, entrevistados, noticias del día… habrá que volver a consultar hemerotecas, bibliotecas, fichar a un periodista local? Uf…. Me da miedo pensarlo.


Pero cómo afectaría a mi vida personal? Cómo me comunicaría con amigos y familia? Ni email, ni Messenger, ni Skype… nada! El teléfono es una opción claro, pero qué caras son las llamadas internacionales, y eso si tengo los números…. Cómo mantener el contacto con aquellos que están muy lejos y de quienes no tengo ni tan siquiera el número?


Si mañana desaparece Internet, juro volver a meterme en la cama y no levantarme hasta que lo reinventen. Me dará miedo enfrentarme a una nueva vida, que en realidad sería como volver atrás 10 años, simplemente 10 años… y ya no sabemos vivir sin Internet.


Bendito Internet.

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lunes, 7 de abril de 2008

Quién se resiste a un Sudoku?

Todos acabamos matando tiempo mientras estamos en la oficina.... así que aquí está mi favorito (va por ti mon père)

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Cerebro Cerebrito

Yo me lo paso pipa....

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viernes, 4 de abril de 2008

Vuelta a empezar



Hace tanto que no escribo que no sé si me acuerdo de cómo hacerlo... tantas excusas para no escribir, tan fácil dejarlo para más tarde, para mañana, para el fin de semana. Y han pasado seis meses. Mi teclado no tiene eñe ni acentos, así que escribir puede convertirse en un martirio, esa es una de las excusas….

Han pasado seis meses, y la última vez escribía desde Indonesia, recién llegada de un viaje por Zambia, Botsuana y Zimbabue, sí Zimbabue! La situación era terrible, recuerdo la frontera con Zambia porque estaba totalmente saturada por familias enteras intentando escapar de una realidad insostenible.

Hoy escribo desde mi pisito en La Marina de Dubai. Veo el mar por la ventana! Yo, madrileña de pura cepa, siempre he adorado el mar, y su sonido. Incluso en Virginia conseguí tener el mar fuera de mi ventana. Convencí a Adam para que se bajase de internet –de manera ilegal por supuesto- una grabación del sonido de la olas, y los fines de semana cuando nos despertábamos poníamos la grabación en “repeat”, abríamos una ventana y dejábamos que el sol nos acariciase mientras disfrutábamos de la brisa marina. Es increíble lo que la imaginación puede hacer por nosotros.

Es curioso, he pasado el último año y medio viviendo en islas, primero Filipinas tres meses, después Indonesia 10 meses, y sin embargo nunca he tenido el mar, o el océano, cerca de mi casa. De hecho en Manila y en Yakarta no hay playa. Y ahora, aquí estoy, en Dubai. Rodeada por desierto y mar. Bueno, y miles de rascacielos. Pero veo el mar! Para ir a la playa sólo tengo que cruzar la calle y aunque de fondo también veo cientos de grúas, si cierro los ojos y me concentro, me parece que vuelvo a estar en una islita virgen en Palawan, Filipinas.

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